La Universidad necesita savia nueva para rejuvenecer sus cátedras

La crisis ha impedido renovar plazas y ha elevado la edad media de los catedráticos a 59 años, lo que pone en peligro el relevo en algunas especialidades.

Edad media de los catedráticos.
Edad media de los catedráticos.
Universidad de Zaragoza

Las cátedras y un profesorado estable son claves para el desarrollo del conocimiento universitario. En la Universidad de Zaragoza, la crisis ha comprometido el futuro de muchas cátedras, que acumulan años de experiencia y conocimiento pero que esperan poder entregar el testigo a nuevos especialistas antes de que sea tarde. La media de edad de estos profesores está en 59,39 años. Con una edad de jubilación que puede oscilar entre los 60 –si se ha cotizado lo suficiente– y los 70 años –de manera forzosa–, hay áreas en las que las plazas de catedráticos pueden quedar vacías por las jubilaciones.

En la facultad de Filosofía y Letras, la edad media supera los 62 años; en Medicina y en Ciencias de la Salud, los 61; y en Ciencias y Derecho rozan los 60. En otras especialidades, como en Educación en Zaragoza y en Ciencias Sociales y Humanas en Teruel, sus catedráticos (hay uno en cada centro) tienen casi 69 y 65 años.

"Es una visión preocupante. O se regenera, o en poco tiempo tendremos problemas", lamentó Javier Castillo, decano de Medicina. "El problema ha venido por estos últimos años de crisis sin tasa de reposición y ahora, aunque se cubran las plazas al 100%, no se tapa el agujero", afirmó. En esta facultad, "hay varias áreas que de aquí a 2021 pueden perder a sus catedráticos porque se jubilan", dijo. No obstante, valoró la "cesión" por parte del Salud de seis plazas de titular desde 2015. "Sirve para paliar la situación, pero no nos saca de pobres", lamentó.

En la carrera hacia la cátedra en Medicina hay que tener en cuenta, además de los condicionantes de la crisis, que en primer lugar los médicos realizan su especialidad, después ejercen y, por último, se dedican a la investigación. "La edad media de acceso a una plaza de profesor permanente es más alta que en otras áreas en las que la carrera es solo académica", puntualizó Castillo.

En Filosofía y Letras no están mejor. "Hay 32 catedráticos mayores de 60 años y próximos a jubilarse, y 17 tienen entre 51 y 60 años. No es normal que no haya ninguno más joven", sostuvo el decano de Filosofía, Eliseo Serrano. Según Serrano, un problema más grave que el envejecimiento de las cátedras es "el de los profesores titulares". En la facultad solo hay uno en la década de los 30 y la mayoría –90 profesores– ya han cumplido los 50 años. Otros 28 titulares superan ya los 60. "Es incuestionable que hace unos años se promocionaba antes a profesor titular y a catedrático", afirmó. "En diez años, como máximo, habrá problemas. En todas las Historias clásicas hay catedráticos que se jubilan pronto", añadió, aunque descartó que algún área se quede sin expertos a corto plazo. A pesar de las dificultades, Serrano se mostró optimista: "Espero que podamos revertir la situación con ofertas de plazas más amplias que permitan promocionar a profesores acreditados".

"El paso del testigo tiene que comenzar ya. Si entra gente joven, estamos a tiempo, pero si no, tendremos problemas a corto plazo", convino el decano de Ciencias, Luis Oriol. En su facultad, la edad media de los catedráticos ronda los 60 años (solo tres tienen menos de 50), lo que para Oriol es un problema, pero "el más acuciante es que detrás de ellos están los profesores titulares, que en general tienen más de 50 años". Hay varias áreas en las que todos los catedráticos superan los 60 años: Física teórica, Óptica, Álgebra o Química, entre otras. La contratación de nuevos profesores debe comenzar, ya que, si no, "no habrá tiempo de formar a los que vengan". Aunque todos reconocen que la situación económica de los últimos años ha sido difícil de gestionar, vislumbran "claros en el horizonte" si se empiezan a sacar plazas y los profesores titulares acreditados pueden acceder a las cátedras. Una búsqueda de savia nueva imprescindible para mantener la llamada "masa crítica" de la Universidad, esa especialización y experiencia que marca el sello de calidad y que es clave para mantener y transmitir el conocimiento universitario.

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