El glaciar del Aneto se rompe por el cambio climático

Los expertos advierten de que la masa de hielo más grande de todo el Pirineo está a punto de fragmentarse.

Esta imagen, tomada en 2011, muestra el glaciar del Aneto y la superficie que ocupaba en el siglo XIX, 228 ha. Hace 15 años quedaban 90 ha y desde entonces ha perdido una tercera parte. Su forma de W propiciará que se rompa por un extremo.
El glaciar del Aneto se rompe por el cambio climático
Pierre René

El glaciar del Aneto dejará de ser pronto el coloso de las masas de hielo del Pirineo. Sus 60 hectáreas le han permitido encabezar hasta ahora el ranquin de toda la cordillera, tanto en España como en Francia, pero esa posición se ve amenazada porque está a punto de partirse en dos. "La tendencia previsible es que se fragmente de aquí a poco tiempo. Qué pueda ser el verano que viene o el siguiente, no me atrevería a aventurarlo", señala Luis Cáncer, profesor universitario de Geografía Física, quien advierte de las consecuencias. "No es lo mismo tener un cuerpo de hielo de cierta extensión a tener dos masas desconectadas entre sí. Esto hace que las pérdidas se aceleren".

No es la primera vez que ocurre. El glaciar vecino, el de Maladeta, también se fragmentó, recuerda Cáncer, que colabora con Fernando Lampre, presidente del Patronato del Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos, en los trabajos de investigación. Este último coincide en que "si este verano viene caluroso, pasaremos a hablar del glaciar oriental del Aneto y el occidental".

Los datos de la estación meteorológica situada a 3.050 metros hablan bien a las claras de lo que está pasando. Los más recientes son de noviembre 2015 a agosto 2016, ya que a esa altitud es difícil tener registros automáticos actualizados. El pasado invierno ocurrió algo similar a este, con un periodo muy largo de inversión térmica. Así, cerca del techo de los Pirineos, la temperatura media fue de -0,5 grados en diciembre, un mes que junto al de enero son básicos para la alimentación nival del glaciar. La mínima absoluta de ese periodo se registró en enero, con -19,1º, una temperatura "moderada", dice Cáncer, para esa cota. Curiosamente, la media mensual más baja se midió en marzo (-8,8º), un mes casi primaveral. Las máximas, en julio y agosto, llegando a 16 y 17º, con escasos días por debajo de 0º, lo que implicó largos periodos de fusión glaciar.

La situación no es mejor en los siguientes del ranquin, Monte Perdido (2º) y Maladeta (3º). En el primero, objeto de una investigación coordinada por el Instituto Pirenaico de Ecología, la superficie se ha reducido a 37,7 ha (125 en 1980) y la pérdida media de espesor al año es de 3,8 m. Hay zonas más protegidas, sin apenas variación, pero en otras esta cifra se eleva a 10 metros. El seguimiento de la Maladetal lo realiza la CHE, que cuantifica el retroceso en casi un metro. Desde 1991 se ha reducido el espesor en 20 metros y la superficie ha pasado de 50 a 23,31 ha.

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