La Máscara corona el cerro de San Blas

Cumpliendo con la tradición, este peculiar y colorido personaje de Ateca ascendió al monte bajo una lluvia de manzanas en el día grande de las fiestas.

La Máscara de Ateca, encarnada por el vecino Roberto Labrador, corona la cima del cerro de San Blas, ayer, rodeado de niños.
La Máscara corona el cerro de San Blas
Macipe

Ateca vivió ayer el momento más emotivo de las fiestas patronales de San Blas, una cita en la que lo religioso y lo profano se unieron para sacar al pueblo a la calle. La lluvia respetó el acto y la tradición se pudo volver a repetir, con la salida de la imagen de San Blas desde la iglesia de Santa María. Minutos antes, en torno a las 11.00, Roberto Labrador, atecano que un año más encarna a la figura de la Máscara, ya esperaba listo para acompañar a la figura del santo y encomendarse a él. Como es costumbre, vestía su traje a franjas rojas y amarillas con cerca de 60 cascabeles, que en cada salida trata de proteger de los tirones de los más pequeños.

Su madre y una responsable del Ayuntamiento se encargaron de reponer estos cascabeles. "Les digo que los aten bien, así jugamos un poco más", relató Roberto, que señaló que "los más difíciles" son los del cuello, mientras que los más sencillos de atrapar son los que cuelgan de pies y manos. Según el alcalde de la localidad, Ramón Cristóbal, hay pocos datos históricos sobre este personaje "precarnavalesco", pero "en principio esta figura pagana no tenía que ver con la celebración de San Blas", patrón de las enfermedades de la garganta.

Poco menos de un kilómetro separa la localidad de la ermita de San Blas y muchos vecinos recorrieron este tramo en procesión a la salida de misa. Allí, a los pies del cerro, niños y no tan pequeños esperaban ansiosos la subida de la Máscara. Esta tradición fue reconocida como fiesta de interés turístico regional en 1995. Parte de la celebración consiste en tratar de evitar la subida de la Máscara al cerro. Algo que hace años se hacía lanzando al personaje piedras, que ahora son piezas de fruta: primero fueron naranjas y, actualmente, manzanas. "Hay quien dice que coge tres o cuatro, pero otros lanzan todas las que pueden", contó Roberto, que ya es todo un veterano. "Los primeros años no sabía cómo colocarme y ahora, en cuanto pasas la acequia, miras hacia arriba y cuanto antes subas, mejor".

Cerca de las 13.00, cambió su corbetera por un gran escudo de metal y tomó su espada a modo de muleta para apoyarse en la subida. Así, la Máscara logró un año más, con decisión y arrojo, llegar a la cumbre del cerro, una tradición que termina con los vecinos de Ateca entonando ‘El puente de Alcolea’. "Cada año tengo los mismos nervios y lo paso igual de bien", afirma. Aunque confiesa que su relevo ya está preparado...

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