Enfermedades respiratorias, colibacilosis producidas por una bacteria que se localiza en los intestinos, poliartritis, toxemia…. Estas son solo algunas de las muchas enfermedades que afectan al ganado ovino y que se suelen solucionar con la visita de un equipo de veterinarios a la granja donde están estabuladas.

Pero hay algunas dolencias más complicadas de curar, patologías que no responden a los tratamientos habituales y que demandan una mayor atención. Y ahí es donde interviene el Servicio Clínico de Rumiantes (Scrum), del hospital de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, que fue creado hace poco más de un año con el fin de ofrecer a los veterinarios clínicos y, por extensión, a los ganaderos de ovino, un centro de referencia para tratar casos clínicos que, por su dificultad, precisan colaboración o apoyo diagnóstico.

«En el año 2016, llegaron a este centro alrededor de 60 casos diferentes procedentes de las tres provincias aragonesas y en los últimos meses, desde septiembre hasta enero, ya se han atendido 37 casos de lo más variado, desde enfermedades individuales que afectan a un único animal, hasta patologías colectivas cuya incidencia puede poner en riesgo toda una ganadería completa», apunta Delia Lacasta, responsable del Servicio Clínico de Rumiantes.

El Scrum no hace la competencia a los veterinarios de campo. Todo lo contrario. Les ofrece los medios técnicos con los que cuenta la Universidad y la experiencia clínica de los profesores que gestionan este servicio para poder solucionar los problemas que les presentan los ganaderos de las explotaciones ovinas.

«La mayoría de los veterinarios que trabajamos en el Scrum lo hemos hecho con anterioridad en granjas y cebaderos, lo que nos permite conocer de primera mano los principales problemas que afectan a los animales que allí viven», apunta Luis Miguel Ferrer, coordinador, junto con Delia Lacasta y Juan José Ramos, de este equipo que cuenta con el apoyo de 20 internos de la Facultad de Veterinaria y alrededor de 40 voluntarios que se encargan de que los animales estén atendidos las 24 horas del día los 365 días del año.

Una vez que los ganaderos se ponen en contacto con sus veterinarios de zona y estos establecen comunicación con el centro para exponerles el problema que afecta al animal, se establece un protocolo de actuación en el que en primer lugar se pone a la res en cuarentena para evitar posibles contagios.

Después, se realiza una exploración clínica, toma de muestras para análisis hematológicos y pruebas complementarias como ecografías radiografías, termografías o TAC, siempre que sea necesario.

Además, el diagnóstico etiológico forma parte de la rutina del servicio ya que hay que terminar conociendo quién es el responsable del proceso.

Informe vinculante

«Con todos los datos obtenidos, se realiza un informe que se envía al veterinario de la explotación, que es el encargado de poner solución final al problema. En todos los casos, el animal se queda en el centro, no vuelve a la granja y, normalmente, se emplea para realizar prácticas con nuestros alumnos. De manera que, en muchos casos, el diagnóstico definitivo se obtienen gracias a la necropsia final ya que el Scrum es un servicio de diagnóstico que lo que pretende es aplicar los conocimientos obtenidos con los animales recibidos al resto del rebaño», señala Lacasta, quien insiste en que «el bienestar animal es el principio fundamental que rige todas las actuaciones que llevamos a cabo en el centro».

Una de las grandes aportaciones del Scrum es que los casos clínicos que aquí se atienden luego sirven de apoyo al trabajo de cientos de veterinarios que trabajan con animales día a día. «Cada año presentamos en este servicio alrededor de tres o cuatro casos de enfermedades de ovejas que no responden a tratamientos y recurrimos al centro porque aquí cuentan con un gran equipo técnico y humano que se esfuerza por poner soluciones a los casos que llevamos», matiza Julián Sancho, profesional que trabaja en la zona veterinaria de Calamocha, donde atienden a cerca de 70.000 cabezas de ovino.

Colaboración internacional

Junto a esta vía de trabajo, en el Scrum dedican mucho tiempo y esfuerzo a investigación y docencia, colaborando con grandes centros sanitarios y universidades nacionales e internacionales.

Uno de los últimos proyectos pasa por colaborar con varias universidades de Estados Unidos para poner en marcha una vacuna humana para hacer frente a la toxoplasmosis. En el centro se encargan de tener lotes de ovejas sanas, gestantes de 90 días, para someterlos a estos ensayos. «La oveja es un animal que tiene muchas patologías similares a los humanos y el hecho de que sea fácil de manejar y barata de mantenimiento permite que podamos hacer muchos ensayos con ellas. Investigaciones que luego son susceptibles de realizarse en humanos, dependiendo de los resultados obtenidos», recalca Ferrer.

Entre estas investigaciones se encuentra la reciente intervención de cataratas en una oveja. «Es la primera vez que se ha hecho en el mundo y el resultado ha sido muy esperanzador», matiza Ferrer, quien asegura que a la hora de investigar «es muy importante no pensar solo en la parte económica o en los resultados a corto plazo, sino en la utilidad que estas investigaciones pueden tener en un futuro próximo, no solo en humanos sino también en otros animales que pueden beneficiarse de estos ensayos e investigaciones». Y para lograrlo, en el Scrum cuentan con la colaboración de profesionales de reconocido prestigio en otras áreas como la anatomía, genética, medicina humana, ingeniería o física aplicada.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo