La pérdida de población en Aragón supera hasta las previsiones más negativas

El éxodo de aragoneses e inmigrantes y la reducción de nacimientos, las principales causas.

Un anciano pasea con andador en la localidad turolense de Rubielos de Mora en diciembre pasado.
La pérdida de población en Aragón supera hasta las previsiones más negativas
Antonio García/Bikofoto

La crisis ha roto todos los esquemas, incluso los del Instituto Nacional de Estadística (INE). El tiempo ha demostrado que la proyección a corto plazo de la población aragonesa que hizo en 2010 (hasta 2020) no fue del todo acertada, debido sobre todo a que irrumpió un fenómeno económico de tal relevancia que, casi una década después, todavía no se ha superado. “Las proyecciones demográficas se realizan teniendo en cuenta los comportamientos demográficos del momento. Posiblemente las que se realizaron en el año 2010 para Aragón se hubieran aproximado y no hubieran tenido unas diferencias tan significativas si no se hubiera producido un cambio en la situación económica a nivel mundial”, apunta Carlos Gómez, catedrático en Sociología de la Universidad de Zaragoza.


Prueba de ello es que ni las predicciones más actualizadas llegan a acercarse a los movimientos demográficos que se están registrando en la comunidad. Mientras que en las proyecciones de 2010 a 2020 se esperaba que en 2016 hubiera 1.349.330 habitantes, las estadísticas del INE cuantifican en casi 42.000 personas menos los habitantes de Aragón. En este caso, tal y como señala Gómez, el problema se centra en la crisis económica, puesto que la tendencia que refleja esta proyección es al alza, mientras que en el día a día se ha visto cómo el movimiento demográfico ha sido el contrario.


Sin embargo, la proyección de 2013-2023, última realizada, tampoco es mucho más realista. En ella, sí que se perciben los problemas derivados de la crisis, pero aún así, Aragón sigue perdiendo población a un ritmo mucho mayor del esperado. Las cifras del padrón de 2016 (1.308.563 habitantes) son casi un calco de lo que se esperaba en 2017 (1.308.595), es decir, la comunidad va perdiendo ciudadanos a un ritmo de un año antes de lo supuesto, superando de este modo las previsiones más pesimistas.


Gómez señala tres razones que justifican este mayor descenso. “Por un lado, hay que tener en cuenta la reducción de población procedente de otros países. En este caso, el abandono de la comunidad está siendo mucho rápido y voluminoso de lo esperado. Además, hay que considerar que las mujeres inmigrantes suelen tener una media de hijos superior a la de la población autóctona. Por esta razón, se han producido menos nacimientos durante los últimos años, y a su vez menos nuevos asentamientos”, explica.


Al mismo tiempo, recuerda el problema de la fecundidad de la mujer autóctona: “El promedio de hijos por mujer sigue estabilizado, tendiendo a descender muy levemente por la situación de inestabilidad que estamos viviendo. Por el contrario, en la década anterior se vivió un pequeño incremento”. Una evidencia de ello es que, al igual que el cómputo general de la población, los datos de nacimientos también se reducen un año antes de lo esperado. Si las predicciones auguraban para 2015 un total de 11.684 alumbramientos y para 2016, 11.347; los últimos datos publicados muestran que en 2015 la cifra ya descendía hasta los 11.352.


El éxodo de la población juvenil por cuestiones laborales también está teniendo sus efectos. “Este volumen de población está comprendido en la franja de edad de entre los 25 y los 40 años, así que estamos perdiendo a esta población y a los posibles hijos que han podido tener en los países de destino”, puntualiza.


Otra de las cuestiones es la esperanza de vida, que ha crecido ligeramente en los últimos años, situándose como una de las más elevadas del país. “Todo ello provoca un incremento del envejecimiento de la población, con sus efectos sociales y que obliga a un mayor coste económico para la protección social (pensiones, sanidad, asistencia personalizada...)”, señala.


En este punto, las previsiones realizadas por el INE en la década que va de 2013 a 2023 no difieren en exceso con la realidad. Por el contrario, sí que lo hacían las de 2010-2020, que presuponía que en 2016 iba a haber menos centenarios de los que existen en la actualidad. De hecho, los últimos datos de 2016 (526) serían casi similares a los que se esperaban para 2019 (544).


En esta previsión de 2010 a 2020, el INE tampoco estuvo acertado en la distribución por sexos. Para 2019 esperaba que hubiera 169 varones y 375 mujeres centenarios. Sin embargo las cifras de 2016 son muy distintas: 109 hombres y 417 mujeres. De hecho, ya hay más mujeres centenarias de las que se preveían para 2020 (403). “En los últimos años se ha registrado un mayor envejecimiento de la población, lo que ha provocado que la realidad haya superado a las previsiones a diez años vista”, recuerda Gómez.

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