“Desde hace más de un año soy madre gracias a la gestación subrogada”

Pilar, residente en Aragón, se decantó por esta opción tras las trabas encontradas en el proceso de adopción.

“Estoy muy agradecida. Conseguir ser madre me ha cambiado la vida”. Así de contundente se muestra Pilar (nombre ficticio) cuando recuerda el proceso que vivió hasta que hace poco más de un año logró ser madre gracias a la gestación subrogada. Esta aragonesa no podía tener hijos porque cuando era muy joven le tuvieron que extirpar el útero. “Dada mi situación, empecé a documentarme sobre este proceso y cuando conocí a otra mujer que lo había hecho, me pareció una buena idea. Aún así, mi marido y yo lo dejamos reposar un año antes de decidirnos”, explica.


De este modo, en 2014 inició su aventura. Se informó en varias empresas y finalmente se decantó por VDA Fertility Consulting. “Con ellos empecé todos los trámites para una maternidad subrogada en Ucrania, donde hicimos varios viajes junto al director de la empresa, Sebastián, y dos parejas más. Visitamos clínicas y despachos de abogados hasta que finalmente la gestante se quedó embarazada”, recuerda. Durante los meses de embarazo, tanto Pilar como su marido viajaron en varias ocasiones a Ucrania para vivir junto a la gestante parte del embarazo. “Por ejemplo, en vacaciones nos fuimos allí y estuvimos con ella y su familia”, señala.


Además, cuando no estaban allí, mantenían el contacto a través de Skype. “Buscamos a una chica de Ucrania para que nos hiciera de traductora y así podíamos ir hablando y viendo cómo iba el embarazo”, recalca. Así, hasta que un día a las 3.00 recibió la llamada del marido de la gestante anunciándole que se había puesto de parto. “Al ser mellizos llegaron antes de lo esperado y tuvimos que adelantar el viaje algunos días. Por suerte, él ya nos había mirado los vuelos más rápidos para poder llegar cuanto antes. Desgraciadamente no estuvimos en el parto, pero llegamos cuando los pequeños solo tenían unas horas”, afirma.


Tras el parto, empezaron los últimos papeleos. “Tienes que estar un mes en el país antes de que se regularice la situación. Inscribes a los niños en el consulado español, te dan sus pasaportes y ellos llegan a España como españoles. Después yo los tuve que adoptar, ya que figuraban solo como hijos de mi marido”, recuerda. Asimismo, sostiene que es un proceso duro, tanto por el tema burocrático como por el emocional. “Hay muchas emociones, es una sensación única”, recuerda. Ahora, más de un año después disfrutan de sus dos hijos, un niño y una niña muy deseados.

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