"Tras 180 kilómetros en una antigua ambulancia, acabo el viaje reventado"

La morfina ayuda a Jesús Sánchez a "sobrellevar" el desplazamiento de Calamocha a Zaragoza, donde ha venido recibiendo una vez por semana un tratamiento de radioterapia y quimioterapia. Son 180 kilómetros entre ida y vuelta, casi dos horas sentado en una ambulancia colectiva "antigua e incómoda" que hacen que su lesión en la vejiga se resienta. "Acabo el viaje reventado –dice– y echo todo el día en esta tarea". El trayecto se alarga porque el vehículo, "en realidad, una furgoneta adaptada", tiene que recoger y dejar en la puerta de su casa a los otros 6 compañeros de viaje, residentes en municipios junto a la N-234 (Sagunto-Burgos).

Como él, José Corella, de Valbona, estuvo cuatro semanas yendo cada día a Zaragoza. "Salía de casa a las nueve de la mañana y no volvía hasta las tres de la tarde, y todo para 5 o 10 minutos de radioterapia", explica. En su caso, tenía que esperar a que el resto de los compañeros de viaje recibieran también su tratamiento para poder regresar en la ambulancia. Entre ida y vuelta hacía cada día 400 kilómetros.

Reivindicación

Esta situación ha dado lugar a una corriente reivindicativa que reclama la instalación en Teruel de un acelerador lineal. Para el presidente provincial de la Asociación Contra el Cáncer (AECC), Joaquín Larramendi, sería "imperdonable" que el futuro hospital, en fase de proyecto, no contara con este servicio, "que evitaría a unos pacientes muy sensibles unos viajes molestos". De hecho, ha planteado su queja ante el consejero de Sanidad "para que, al menos, contemos con un equipo básico".

Para la oncóloga del hospital Obispo Polanco de Teruel Ana Isabel Ferrer, "a veces, los pacientes lo pasan peor durante el viaje que en el tratamiento de radioterapia". La especialista explica que el desplazamiento a Zaragoza o a Valencia resulta especialmente penoso para enfermos con tumores en el recto, ya que tienen que permanecer sentados mucho rato.