Por
  • Plácido Díez

Pueblos vivos

Con la finalidad de frenar la despoblación, tres Grupos de Acción Local, uno de cada provincia, han promovido ‘Pueblos Vivos’, un proyecto financiado al 80 por ciento por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feder) y el resto por el Gobierno de Aragón.


Son el Centro de Desarrollo Integral del Somontano (Ceder), que reúne a 27 pueblos y a otras 19 entidades públicas y privadas del entorno de Barbastro, la Asociación para el Desarrollo y Fomento de las Cinco Villas (Adefo), a la que pertenecen un centenar de socios, y la Asociación de Desarrollo Local de Gúdar-Javalambre-Maestrazgo (Gujama), en la que se agrupan 39 municipios.


La mayoría de ellos son pueblos de menos de 300 habitantes que se rebelan contra su inviabilidad. Un término economicista insensible con el incalculable patrimonio natural, cultural, histórico, arquitectónico y genético, del mundo rural.


Hace unos días, en la sede de la Federación Aragonesa de Municipios, Provincias y Comarcas (FAMPC), expusieron esta iniciativa Leader dirigida a personas que, como opción de vida, puedan ser receptivas a empadronarse en un pequeño pueblo.


Del victimismo ante la concentración urbana han pasado a la acción mirándose en el espejo de ‘Beaujolais Vert’, un proyecto de 52 pueblos y poco más de 50.000 habitantes, a 30 minutos de Lyon en coche, caracterizado por redes de colaboradores que facilitan la acogida a los nuevos pobladores y preparan a los nativos para que los acepten y ayuden a integrarse.


Financiado con fondos europeos, el proyecto ‘Le Plan Climat’ se basa en sectores como el forestal, el textil, la calidad alimentaria, la construcción ecológica, la producción local y el ahorro de energía. Y, muy importante, definido también por la atractiva información a la carta a través de su página web, ‘Beaujolais Vert, votre avenir (porvenir)’, con lemas como ‘El cambio de vida empieza aquí’ o ‘Construir vuestra historia en nuestro territorio’.


Si los núcleos y singularidades rurales menos accesibles disponen, a corto plazo, de los 30 megabytes de velocidad que propone la Agenda Digital europea, internet, las web municipales y las redes sociales, se generalizarán como un servicio público de información e intercambios, y como una oportunidad para atraer urbanitas que puedan fijar población, sobre todo mujeres y jóvenes. Por ejemplo, nativos tecnológicos de los que han alcanzado la mayoría de edad en el nuevo milenio y que estén dispuestos a evaluar su proyecto profesional y de vida con la retribución en especie del medio rural: pausa, silencio, paisaje, calidad del aire, patrimonio cultural, servicios básicos, proximidad y flujos de intercambio con ciudades medianas.


A través de las web municipales y el reparto de tarjetas postales, los del Ceder han lanzado la campaña ¿Te gustaría vivir en un pueblo del Somontano? ¿Tus raíces familiares están aquí y quieres recuperarlas? ¿Eres empresario y te interesaría crear un negocio en este territorio? ¿Tienes un trabajo independiente y puedes trabajar a distancia? ¿Te gustaría trabajar en la zona o tienes posibilidad de cambiar tu empleo?


Esas rendijas de luz, abiertas por los alcaldes y los Grupos de Acción Local, pueden convertirse en ventanas si la comunidad autónoma, el Gobierno de España y la Unión Europea, incorporan en la agenda pública como una prioridad que un mundo rural vivo garantiza la cohesión social, el equilibrio ambiental y el patrimonio cultural de Europa.


Por ejemplo, y en esto coincidieron los alcaldes de un pueblo turístico como Alquézar, y de otros en agonía demográfica como El Vallecillo, Lobera de Onsella, Villadoz o Villarroya del Campo, con incentivos fiscales que favorezcan el asentamiento de nuevos pobladores y muevan el creciente parque de viviendas deshabitadas que ni se venden ni se alquilan, muchas de ellas abocadas a la declaración de ruina.


Y también proponiendo y poniendo en marcha otro tipo de incentivos, en este caso profesionales, para los empleados públicos: secretarios, médicos, maestros, veterinarios.