"Vengo a celebrar que mi familia judía pudo huir por Canfranc hace 75 años"

Patricia Schwebel y su hija Verónica han conocido la estación por donde escaparon sus antepasados del nazismo la Nochevieja de 1941 tras intentarlo varias veces.

Patricia Schwebel y su hija Verónica hicieron el viaje desde Texas (Estados Unidos) y París hasta Canfranc
Patricia Schwebel y su hija Verónica hicieron el viaje desde Texas (Estados Unidos) y París hasta Canfranc
Laura ZamboraÍn

"Mi papá, mi tío y mis abuelos escaparon el 31 de diciembre de 1941. Me di cuenta de que este año se cumplían los 75 años y por eso he venido a celebrar que mi familia judía pudo huir por Canfranc. He pasado a recoger a mi hija Verónica por París y hemos llegado en tren y autobús". Patricia Schwebel estaba emocionada con su hija después de hacer una visita guiada por la estación de Canfranc y conocer a las chicas de la oficina de turismo que la recibieron el pasado viernes junto al alcalde Fernando Sánchez. Acababa de llegar en autobús a Canfranc desde Olorón al punto de la mañana. Venía desde San Antonio, Texas (Estados Unidos), donde reside después de nacer en México DF. Había desandando el camino que hizo su familia ese invierno de 1941, entre la frontera aragonesa hasta Lisboa en tren y coger un barco carguero hasta Veracruz (México). Aquella Nochevieja pudieron meterse en un tren lleno de soldados y huir tras haberlo intentado varias veces. En esas ocasiones acabaron volviendo hasta un pequeño hotel en Pau.


"La única forma de salvar la vida era huyendo", proclama Patricia dando las gracias a su abuelo Teodoro Schwebel por la valentía que tuvo al decidir la fuga de la familia judía (su mujer Tereshe Hossingr, que era católica, y sus hijos Bruno, de 13 años, y Helmut, de 15) desde el pequeño pueblo austriaco Purkersdorf, a una hora de Viena.

Reconoce que el abuelo, un impresor, tenía "información de primera mano" porque era miembro del Partido Socialdemócrata (el mismo que gobierna ahora Austria) y le advirtieron de que iban a ir a buscarlo por ser judío.

 


"Se lo dijo uno del partido, que luego él supo que era nazi, y por eso decidió que se marchaban. Primero él con un hijo y tres semanas después mi abuela, cuando pudo vender las propiedades, con el otro. Fueron a buscarlo a su casa y ya no estaba", señala su nieta Patricia, que escuchó muchas veces la historia de la familia en su México natal que los acogió, como a los republicanos españoles tras la Guerra Civil. La huida coincidió con la invasión de Hitler de Austria en marzo de 1938, y la campaña antisemita que recorrió todos sus pueblos. De hecho, algunos familiares de los Schwebel no pudieron escapar, acabaron en el campo de concentración de Treblinka y murieron dos días después, como dice en su tumba.


La fuga se produjo en varias fases y tardaron tres años en llegar en barco a México en marzo de 1942, donde lograron que su Consulado en Marsella les concediera visados. Salieron andando por la frontera de Austria y Alemania rumbo hacia Estrasburgo. Sortearon los militares que vigilaban allí y al llegar a Francia, el apoyo de los compañeros del Partido Socialdemócrata y la Resistencia francesa, les acogió en París.


El armisticio firmado por Petain con Hitler en junio de 1940 y la separación del abuelo, al tener que dedicarse para trabajar con el Ejército francés, complicó la huida. La madre y sus dos hijos estaban refugiados en una escuela, donde ella trabajaba y ellos estudiaban. "Un día alertaron de un bombardeo y al sonar las alarmas todos bajaron a los sótanos. Cuando pasaron lista, faltaba mi tío. Se había quedado dormido dentro del refugio", recuerda Patricia de lo que contaba su abuela.


La familia se volvió a reunir cuando un día encontraron al padre en una fila de los trabajadores del Ejército francés. Y emprendieron el viaje al sur, rumbo a la Francia de Vichy que pronto dejó de ser la "Francia libre". Primero se instalaron en Montauban, luego viajaron a Marsella, para conseguir el visado a México ("el de Estados Unidos necesitaban muchos avales", señala), y el último capítulo francés en Pau, donde tuvieron que refugiarse hasta el día elegido, la Nochevieja. Entonces, se subieron al tren de la libertad en Canfranc, rumbo hacia Zaragoza, Madrid y Lisboa, donde estuvieron un mes esperando para subirse al barco carguero Nyassa, que hizo un viaje por Casablanca, República Dominicana y Veracruz (México)."Aquí empezó una familia"

"Esto es parte de mi sangre porque aquí empezó una familia. Yo nací en México DF. Es la historia de la supervivencia. Conocer las raíces de tu vida nos da valor", defiende Patricia. "Si tengo nerviosismo por venir a Canfranc en un día tan especial para mi familia, imagina lo que fue para ellos, pasar sin comida, con poca ropa y el miedo que sufrían porque podían arrestarlos y deportarlos".


Cuenta que su tío Bruno, un ingeniero eléctrico que trabajó en Televisa, ya estuvo en Canfranc en 1997, pero no se atrevió a ir al Ayuntamiento y contar que él un día escapó por allí. Ese viaje le sirvió para relatar su historia en el libro ‘De Viena a México. La otra suerte’ en 2004. "Esa vez miró el vestíbulo por las ventanas y le saltaron las lágrimas de recordar cuando pasó por allí. Tenía 13 años y buena memoria de lo que vivió", señaló.


Patricia cree que miles de judíos podrían viajar a Canfranc como "un proyecto de vida" al ver lo afortunados que son por tener la libertad. "Mi papá me dijo: Tú no sabes lo que es respirar libertad, como cuando él se subió al barco Nyassa en Lisboa", concluye.

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