El doble de opositores, el doble de estrés

La cifra de opositores se ha duplicado en año y medio e implica un aumento de presión que lleva a algunos incluso a enfermar.

Carmen Colás, opositora al Cuerpo Nacional de Veterinarios, estudia en su habitación.
Carmen Colás, opositora al Cuerpo Nacional de Veterinarios, estudia en su habitación.
Carmen Colás

La presión que padecen los opositores aragoneses es cada vez mayor, y muchos sufren problemas de salud debido a una situación prolongada de estrés. Según Enrique Ortega, responsable del Centro de Estudios para la Administración Pública en Aragón, el número de candidaturas a las plazas públicas en la Comunidad se ha duplicado con respecto a 2015.


"Hemos pasado de 7.000 a 15.000 en un año y medio", comenta. El número de puestos ofertados, aun así, apenas llega a mil; una situación que aumenta el nivel de exigencia entre los estudiantes.


"La mayoría se sienten agobiados, porque aunque la oferta ha aumentado, sigue siendo reducida en comparación con la demanda", advierte, al tiempo que afirma tener «muchos casos de personas que suspenden varias veces y se derrumban porque no ven salida a su futuro».


Carmen Colás, zaragozana de 25 años, estudia desde hace dos años ocho horas diarias para ingresar en el Cuerpo Nacional de Veterinarios. «Es un proceso agotador, sobre todo a partir de la publicación de la convocatoria», dice.


En ese momento, explica, «pierdes, poco a poco, la autoestima y la vitalidad de los meses anteriores, porque vives un panorama muy estresante que empeora al comenzar los exámenes».


En función del número de personas que se presentan, "puede pasar un largo periodo de tiempo hasta que te comunican si has aprobado cada fase, y con esa incertidumbre tienes que seguir con la preparación del siguiente ejercicio".


En su caso, transcurrieron tres meses –de diciembre a marzo– hasta que le dieron la buena noticia. "Había días en los que me levantaba optimista y pensaba que había pasado al segundo examen, otros en los que creía que no... Dedicaba más tiempo a pensar en el examen que había hecho que a estudiar el siguiente, dedicado a idiomas, que superé".


Entonces, comenzó la preparación de la tercera y más dura de las pruebas: la oral, consistente en el desarrollo de tres temas ante un tribunal. "Empecé a estudiar 12 horas todos los días y por las noches me despertaba dos o tres veces repasando temas que no existían, y cuando llegaba la hora de levantarme solo quería llorar porque estaba consumida y, al final, suspendí", dice.


Ella y la mayoría de sus compañeros, detalla, se han visto obligados a "recurrir, en ciertos momentos de la oposición, a medicamentos para poder descansar".

Los peligros del estrés

En algunos casos, la situación de estrés va más allá y crea serios problemas de salud a estos estudiantes, como Yaiza Moreno, zaragozana de 28 años, que se presentó a la misma convocatoria que Carmen.


"El mes previo a la primera prueba fue uno de los peores de mi carrera; sufría un ataque de ansiedad tras otro", explica. Pero lo peor llegaría tras examinarse.  "Mis nervios se exteriorizaron en enero, después del primer ejercicio, con una gripe que me hizo ir al hospital incluso tres veces en solo cinco días, y ese solo fue el principio".


A primeros de febrero, le salieron unas lesiones en el dedo meñique de la mano izquierda, "como si de la picadura de una araña se tratase", y esas heridas comenzaron a extenderse por el resto de sus dedos, brazos y muslos.


Tal era el picor y dolor, precisa, "que no podía dormir, y estudiar se convirtió en un reto diario". Consultó a cinco dermatólogos, y el último concluyó que era resultado de la ansiedad. "Me vi obligada  a reducir la jornada de estudio de ocho a dos horas diarias, y aunque hace un mes retomé las oposiciones por completo, sigo con los corticoides".


Gloria Latorre, psicóloga zaragozana, explica que "el sometimiento prolongado a situaciones estresantes suele provocar algún tipo de enfermedad, porque el cuerpo humano está diseñado para aguantar niveles de estrés elevados durante breves periodos de tiempo", lo que explica que los opositores sufran altibajos emocionales.


La aparición de un trastorno u otro depende de la persona, "aunque las respuestas más comunes se manifiestan en forma de contracturas, caída del cabello, pérdida de apetito y de sueño". En el caso de los opositores, esgrime, "es fundamental que no olviden nunca el objetivo de su lucha".


Natalia Bono, zaragozana de 25 años, valida la postura de Latorre. Comenzó en  2014 a prepararse la oposición de abogada del Estado, una de las más complicadas, con un total de 475 temas. "Estudio de 7.00 a 13.00 y de 15.00 a 19.30 todos los días, salvo los sábados", dice.


Las oposiciones no le han supuesto un cambio drástico en su vida. "Es una etapa muy dura porque renuncias a viajar, a tus amigos e incluso a tu familia, pero trato de no rendirme porque sé que merecerá la pena en un futuro".


Está segura de que estudiar sin sufrimiento es posible. "Solo tienes que centrarte en los temas que te tocan cada día y no pensar en lo que harás el día siguiente, porque si lo haces, te puedes volver loco".


Sus hábitos coinciden con los consejos que Latorre considera fundamentales para estudiar de forma sana. El estudiante, concluye, "debe dedicar el número de horas precisas, ya que invertir más tiempo no implica rendir mejor", y relativizar su situación, "recordar que se trata de un trámite para conseguir un objetivo".

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