100 años del edificio más aragonés de Barcelona
El inmueble, obra del arquitecto zaragozano Miguel Ángel Navarro, es desde hace un siglo la sede del Centro Aragonés de Barcelona.

El Centro Aragonés se fundó en 1909 para darles acogida pero desde su creación no había contado con una sede propia. Tras varios cambios de ubicación y no pocos esfuerzos e ilusiones para contar con un emplazamiento fijo su presidente, Pascual Sayos, consiguió finalmente que la entidad dispusiera de un edificio propio.
Contactaron con el arquitecto zaragozano Miguel Ángel Navarro (Zaragoza 1883-1956), quien fue arquitecto municipal desde 1920 y jefe de la Dirección General de arquitectura desde 1932. que en aquel tiempo ya había firmado proyectos en la capital aragonesa como el cine Alhambra y el edificio de Correos, en Valencia.
Navarro era hijo del también arquitecto Félix Navarro (Mercado Central, Palacio Larrinaga, Escuela de Artes y Oficios, Banco de España, monumento al Justiciazgo
) y entre su extensa obra arquitectónica figuran la casa Solans, el parque Primo de Rivera (actual parque Grande José Antonio Labordeta), el cubrimiento del Huerva, la Ciudad Jardín, la terminación de la zona de la Huerta de Santa Engracia y la apertura de las calles Isaac Peral, Zurita y Santa Catalina, la reforma de la plaza de Basilio Paraíso, la prolongación del paseo de la Independencia, el proyecto de las torres tercera y cuarta del Pilar, el colegio Joaquín Costa o las termas Pallarés de Alhama de Aragón, entre muchos otros proyectos y edificios.
La de Zaragoza pertenecía a la muralla romana; la de Huesca, provenía de la muralla de la ciudad oscense; y la de Teruel, era un sillar del torreón de Andaquilla.
La inauguración tuvo lugar el 7 de septiembre de 1916 y contó con la presencia de autoridades aragonesas de las 3 provincias que acudieron en uno de los dos trenes en los que viajaron más de 1.000 personas para presenciar el acontecimiento del que la prensa de la época se hacía eco con titulares como El viaje a Barcelona o El tren de la fraternidad.

El escritor y periodista Juan José Lorente, contaba en una crónica publicada en la edición vespertina de HERALDO de aquel 7 de septiembre cómo se había desarrollado el acto inaugural:
Pocas veces se ha visto tan animada la estación de Madrid como ayer a primera hora de la mañana. Los expedicionarios de los dos trenes especiales llegaron a los andenes de la estación mucho antes de la hora señalada para la partida. Muchos madrugaron por la sencilla razón de que no se acostaron ante el temor de perder el tren. Ni uno solo faltó a la cita. A las seis y pico partió el primer tren especial. En él iba la gente alegre. Los seiscientos y pico de viajeros, un pico bastante largo acondicionáronse con orden perfecto en los coches, y al arrancar el convoy hubo vivas, aplausos y expresivas manifestaciones de franca alegría.
Al día siguiente, Lorente publicaba un extenso artículo el que describía con detalle cómo era el interior del Centro Aragonés de Barcelona: Resulta un modelo en su clase; amplio, lujoso y ventilado. En la planta baja está el hermoso teatro que resulta uno de los mejores de esta capital. Consta de planta y dos pisos, tiene 40 palcos y 370 butacas, siendo su cabida total de 1.500 espectadores. Está espléndidamente iluminado y el decorado, soberbio y elegante, al igual de las principales dependencias, es de estilo imperio.
También detallaba el coste del solar, 150.000 pesetas y el del valor del edificio, 450.000. Lorente realizó un seguimiento exhaustivo de la inauguración del centro cuya crónica finalizó con estas palabras: Eso es descripto a la ligera el nuevo Centro Aragonés de Barcelona.
En la actualidad, el Centro Aragonés de Barcelona cuenta con más de 2.000 socios, es uno de los centros aragoneses en la diáspora más representativos y su presupuesto anual ronda los 300.000 euros.