"Los gitanos que llegamos a la Universidad no somos extraterrestres"

Fernando Macías, gitano e investigador de la Universidad de Barcelona, ha participado en unas jornadas en Zaragoza.

Fernando Macías, gitano e investigador de la Universidad de Barcelona.
Fernando Macías, gitano e investigador de la Universidad de Barcelona.
P. F.

El 75% de los gitanos no acaba la ESO en España. Menos del 1% de este colectivo llega a la Universidad. Fernando Macías (investigador de la Universidad de Barcelona) es uno de ellos. "Los gitanos que llegamos a la Universidad no somos extraterrestres", asegura. Aunque reconoce que son pocos, que falta un cambio de mentalidad en las escuelas, la sociedad en general y el pueblo gitano. Fernando ha impartido un taller este viernes en Zaragoza dentro de las jornadas "Herramientas para la innovación y el éxito educativo en los centros sociolaborales", organizadas por el Ayuntamiento de Zaragoza y la Universidad de Zaragoza.


Él desmonta los prejuicios con datos y demostraciones. Y cuenta su propia historia. "Soy el único de cuatro hermanos y de más de treinta primos que ha estudiado. Vengo de una familia muy humilde. Mi madre apenas sabe leer, no fue a la escuela porque tenía que cuidar de sus hermanos pequeños. Mi padre no acabó la EGB. Me crié entre Barcelona y Sevilla. Cuando era pequeño mis padres no me podían ayudar con los deberes, pero me compraban todas las enciclopedias del mundo. Ahora entiendo que era su manera de ayudarme. Yo tenía curiosidad y quise estudiar".


Fernando, de 32 años, empezó Biología y luego se pasó a Magisterio, su vocación. Tras acabar la carrera enseguida encontró trabajo en un colegio de Badalona. "En el centro había alumnos gitanos. Un día en un claustro de profesores recuerdo que compañeros míos hicieron comentarios muy racistas. Me levanté, dije que me parecía una vergüenza y me fui. Aquello fue un punto de inflexión en mi vida", recuerda.


Fernando volvió a la Universidad. Estudió dos másteres: uno en intervención social educativa, con un trabajo final sobre la participación de las familias gitanas en los centros educativos, que le valió el premio extraordinario de la Universidad de Barcelona en 2013. Y otro sobre investigación educativa. Ahora está terminando su doctorado con una tesis sobre las contribuciones del pueblo gitano para luchar contra la pobreza y el racismo a través de actuaciones educativas de éxito. Y forma parte del grupo de investigación educativa CREA de la Universidad. Fernando se dedica a analizar experiencias concretas en colegios y proponer cambios. Antes de llegar a Zaragoza acaba de volver de una estancia de investigación en Wisconsin.


Fernando defiende el poder de la educación para transformar la sociedad y critica el sistema escolar "obsoleto". "La causa principal del fracaso escolar de la población gitana está en el sistema educativo. La diversificación curricular y la segregación perjudica a los grupos más vulnerables como la población gitana. Estos alumnos casi siempre están en los grupos de menor nivel. No tienen expectativas, no tienen referentes y pierden la motivación", apunta este investigador.


"El éxito educativo no depende de la composición y clase social del alumnado, sino de las metodologías en el aula. No se trata de bajar el nivel académico, sino de cambiar la metodología y reorganizar los recursos del centro. De esta forma se ven beneficiados todos: tanto los alumnos más avanzados como los que van más retrasados. Hay muchos ejemplos exitosos en España", destaca.


El CREA promueve las comunidades de aprendizaje. "Se basan en grupos interactivos y heterogéneos: se trabaja en equipo, en pequeños grupos en los que se mezclan varios niveles, y con la supervisión de un adulto externo al centro. Puede ser un padre o madre, un abuelo, una estudiante, un voluntario. Se ha demostrado que se incrementa el éxito escolar de todos", explica.


¿Y las propias familias gitanas no son también responsables del fracaso escolar? Fernando responde a menudo a esta pregunta en diferentes foros. "Los gitanos llevamos 600 años en la Península Ibérica, y hemos sufrido mucho en este tiempo. Producto de la historia, muchas familias gitanas piensan todavía que estudiar es de payos. La educación es importante para ellos, pero no encuentran apoyos ni motivación para sus hijos. La sociedad, sus profesores les dicen que no valen para estudiar. Y la familia acaba por enseñarle su profesión: el mercado, la chatarra, lo que sea. ¿Quién ha echado a ese niño de la escuela: la familia o el sistema escolar? Hay unos pocos profesores racistas, y hay muchos profesionales que quieren hacer las cosas bien pero les faltan recursos. La formación de los profesores en España debe cambiar", asegura.


"Hasta ahora, los gitanos que llegan a la Universidad son héroes, pero queremos que sea una situación normal. Un gitano puede ser profesor, abogado, investigador, lo que quiera. Y eso es perfectamente compatible con su identidad gitana, incluso la refuerza aún más", sostiene.

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