No es por la burundanga, es por el alcohol

Los sanitarios que atienden las intoxicaciones alertan de que los abusos etílicos empiezan demasiado pronto y de que cada vez se dan más entre las chicas.

Juan José Aguilón y Antonio Manuel Torres, en el Clínico, con el manual sobre emergencias.
No es por la burundanga, es por el alcohol
Raquel Labodía

Este año, se ha batido un nuevo récord en el hospital Clínico: el del paciente de menor edad atendido por intoxicación alcohólica. El niño o la niña (no se facilita identidad), tenía solo diez años. Afortunadamente, salió de aquella. No tuvo la misma suerte la chica de 12 años que, a principios de mes, falleció por coma etílico en Madrid. Días después, en Galicia, eran ingresadas otras dos estudiantes de 12 y 13 años por el mismo motivo. En todos los casos, el origen fue un botellón.


De este tema y de otros relacionados con la actuación clínica frente a las drogas de abuso se ha debatido intensamente en el Clínico esta semana. Enfermeros y médicos han actualizado sus conocimientos en un escenario en el que, a su juicio, se habla mucho en la calle de drogas muy poco frecuentes en nuestro entorno y poco de las que son un problema para muchos más pacientes pero están socialmente bien vistas, como el alcohol.


De hecho, esta es la sustancia que causa, con diferencia, la mayoría de las intoxicaciones por drogas de abuso que se atienden en los servicios de urgencias. El resto de los casos se deben a la ingesta de medicamentos –ansiolíticos– o a la accidental de productos de limpieza.


Los organizadores de las jornadas, Juan José Aguilón y Antonio Manuel Torres, ambos enfermeros en el hospital de Alcañiz, expusieron unos datos que son compartidos con los que se reciben en el resto de la comunidad autónoma. En Alcañiz, el año pasado, el 47% de las emergencias de este tipo fueron por drogas de abuso (de esta cifra, el 85% fue por excesos etílicos) y el 46% fueron de origen farmacológico.

Una ley antialcohol

El abuso de alcohol, además, esta presente desde edades tempranas y suele combinarse con otras sustancias. "Aquí no hemos detectado drogas como burundanga salvo en una ocasión totalmente puntual hace años. Lo que vemos son cantidades de alcohol en sangre que son una barbaridad y que, a ese nivel, pueden causar síntomas como pérdida de consciencia o la amnesia", corrobora Ana Ferrer, de la Unidad de Toxicología Clínica del Clínico.


Cuando, además, los pacientes son menores de edad, el asunto es aún más preocupante. A este hospital llegan cada año entre 22 y 48 casos de adolescentes (algunos aún niños) con intoxicaciones etílicas que ponen en riesgo su vida. La cifra se mantiene más o menos estable desde el 2010, y este año llevan 35 atendidos. Lo que ha cambiado es el perfil: "Ahora, la mayoría son chicas", explica Ferrer. Este año, 21 niñas frente a 14 niños. El año pasado, también fueron mayoría.


Tanto ella como Aguilón y Torres coinciden en que la solución pasaría por algo parecido a la ley antitabaco. "No puede haber niños bebiendo en la calle, con litronas ni con nada. No puede haber niños con intoxicaciones. Mientras sea posible acceder a la bebida si eres menor, en bares o en botellones, no es posible atacar el problema bien", insisten.

Manual para profesionales

Estos dos enfermeros han tenido éxito internacional con la publicación de un libro sobre intoxicaciones por drogas de abuso que ahora se va a distribuir por 23 países de habla hispana.


Después del alcohol, el cannabis (natural y sintético) y la cocaína, en este orden, son las más frecuentes. En estos casos, el cuadro que se ve en Urgencias suele estar marcado por la agitación psicomotriz y otras muy diversas alucinaciones, disminución del nivel de consciencia y convulsión.


Como fenómeno creciente, es el del consumo de nuevas sustancias psicoactivas. Estas se pueden comprar fácilmente en internet pero no se conocen exactamente sus efectos porque no hay experiencias clínicas suficientes relacionadas con ellas. Estas mismas sustancias se utilizan, además, como adulterantes de las drogas tradicionales. "Los que las ofertan sortean el límite de lo legal advirtiendo de que no son aptas para el consumo humano, pero ofrecen todos los detalles de sus efectos", explica Aguilón.


También resulta cada vez más difícil saber si el paciente ha tomado la droga original, como el cannabis o la cocaína, o ha tomado una imitación sintética del producto, que cada vez son más abundantes.

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