Hoy se respira un ambiente de desolación en la ciudad. La gente camina más pensativa y callada que de costumbre, el día está gris y lluvioso. Nueva York llora el triunfo de Trump. Para mí, la noticia no ha sido una completa sorpresa, aunque sí una pérdida de fe en el sentido común de los estadounidenses.

Pero el sistema de voto del país, que diferencia entre voto popular y voto electoral y que obliga a registrarse antes de ejercer el derecho a votar, ha favorecido al vendedor de humo, al estandarte del pan y circo.

Está claro también que los americanos prefieren cualquier opción antes de elegir a una mujer. Hace ocho años fue un casi desconocido hombre negro, con nombre musulmán -que ha sido lo mejor que le ha pasado a este país en mucho tiempo-; hoy es un racista, gritón, sexista, manipulador y mentiroso.

Pensaba que ella tenía una oportunidad por tener a semejante parodia de adversario, porque también es cierto que si la democracia es la menos mala de las formas de gobierno, Clinton era la menos mala opción, y mucha gente no estaba convencida con su discurso.

También refleja que una gran parte de la población no estaba de acuerdo con lo establecido por los demócratas y veían en Hillary más de lo mismo. No tenían nada que perder y preferían un cambio radical, aunque ridículo, lo que explica que además de la presidencia, congreso y senado sean de mayoría republicana.

A pesar de todo, a estas horas, aún me parece increíble que haya ganado y me hace pensar en el futuro más seriamente. Tengo un bebé neoyorquino, pero si antes ya no me convencían los valores americanos para educarlo en este país, con el triunfo de Trump nos planteamos seriamente regresar a España, que a Rajoy por lo menos ya lo conocemos.

La aragonesa Pilar Sopeséns es editora asociada de la revista 'People' en español. Vive en Astoria (Queens) y lleva afincada casi cinco años en Nueva York.