Informes técnicos del MNAC revelan que conservaron mal las pinturas de Sijena durante medio siglo

Las deficientes condiciones causaron pérdidas de color, hongos y suciedad y hasta 1995 no se controló la humedad.

Pinturas murales de la sala capitular del monasterio de Sijena en el MNAC.
Informes técnicos del MNAC revelan que conservaron mal las pinturas de Sijena durante medio siglo
Aitor Lagunas

La Generalitat y el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) se afanan en intentar que expertos de todo el mundo avalen sus tesis y desaconsejen el traslado al monasterio de las pinturas de la sala capitular de Sijena, ordenado por sentencia judicial. Argumentan que sufrirían daños irreparables, pero se olvidan de que, tras el incendio de 1936 en el cenobio, que los dejó maltrechos, los frescos también han sufrido un progresivo deterioro por las precarias condiciones de conservación que soportaron durante más de medio siglo, hasta la remodelación que concluyó con la apertura en 1995 de la actual sección de arte románico del museo barcelonés. Los informes de los propios técnicos del centro así lo evidencian.


Los primeros estudios no se elaboraron hasta finales de la década de los 80, cuando las pinturas de la sala capitular ya se habían desmontado para la rehabilitación del MNAC –fueron trasladados allí definitivamente en 1949–. Por sorprendente que parezca, los conservadores reconocían entonces que era la primera ocasión en que tenían la posibilidad de comprobar el estado de todos los ábsides y pinturas del románico. Y sus conclusiones dejaron claro que la situación era muy alarmante.


Por un lado, pusieron de manifiesto varios problemas estructurales: la "elevada" humedad relativa y sus cambios bruscos eran las causas principales de los "daños detectados tanto en los soportes como en las capas pictóricas y el resto de materiales". Y todo ello porque, como advirtieron en un demoledor informe de 1989, había una "ausencia total de sistemas de control del clima desde la fundación" del museo, que se ubicó en el palacio nacional de Montjuic en los años 30. Además, aseguraban que "el incremento constante de la contaminación atmosférica está afectando día a día la estabilidad de los objetos expuestos".


Ahora, las autoridades catalanas esgrimen las humedades que afectan al monasterio de Sijena, fundado sobre una laguna, para cuestionar su traslado. Pero a la falta de control de las condiciones ambientales en el MNAC hasta mediados los 90 se unía, según el mismo documento, el "pobre estado de conservación del edificio", consecuencia directa, reconocían los técnicos, de la "suciedad, mugre y polvo" que cubrían las obras. Debido a las grietas y aberturas que presentaba, incluso entraban pájaros y roedores que anidaban dentro de los ábsides, alertaban.


En este sentido, la historiadora aragonesa Marisancho Menjón, que ha recopilado distintos informes sobre la situación de las piezas de Sijena que retiene el museo barcelonés, recuerda que el palacio de Montjuic fue concebido como un edificio "efímero" para la Exposición Internacional de 1929 y, desde luego, no se diseñó para albergar un museo. "Su primer director ya pensaba que no reunía las condiciones necesarias y Ainaud de Lasarte (que fue su responsable entre 1948 y 1985) también estaba empeñado en trasladarlo a otro sitio", señala Menjón.


Pero no solo el inmueble fue durante décadas víctima de la desidia. Según el citado informe, los técnicos también hallaron "carcoma activa" en numerosos soportes de madera de las pinturas murales, así como "debilidad" de los tejidos a los que se encontraban adheridos los frescos. Esto, avisaban, resultaba "preocupante" porque, de progresar su deterioro, "destruirán completamente las pinturas". Y el uso de viscosa en ciertos traspasos de pinturas murales, después de los años 50, aumentaba "mucho el riesgo de deterioración rápida" (sic). Ello podría afectar a los últimos frescos de Sijena que llegaron al MNAC, arrancados en 1960.

Agravamiento en solo 5 años

En 1994, un nuevo informe llamaba la atención sobre las obras que presentaban "graves problemas de conservación", entre ellas, las de Sijena. Sufrían levantamientos de la película pictórica "con peligro de pérdidas de color, formaciones de hongos, sales y una gran acumulación de polvo y suciedad".


Según los técnicos, desde el anterior diagnóstico sus patologías se habían agravado, con más pérdidas de color o la aparición de grietas y manchas de humedad. Y eso, sin contar con que la decoración de la sala capitular, cortada en 64 fragmentos, ha sufrido ocho traslados desde 1936.

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