Más empleo pero más precario: las dos caras de la recuperación de la industria en Aragón

Aragón ha conseguido recuperar 5.000 puestos de trabajo en industria en los últimos dos años, pero gana peso la contratación vía ETT.

El sector de la automoción es uno de los que tiene mayor demanda de empleo, según Adecco.
Producción del Opel Mokka X en Figueruelas
Guillermo Mestre

La cicatriz de la crisis sigue siendo visible en la industria aragonesa. A pesar de que la Comunidad siempre ha tenido índices de industrialización superiores a la media española, los años más duros de la recesión trajeron consigo el cierre de más de 1.000 empresas del sector industrial, de las que una veintena tenían más de 200 trabajadores.

Tata Motors, Kimberly en Calatayud, Cacaolat en Utebo, Mildred en Huesca, Delphi en Tarazona... una sangría de cierres y recortes de plantilla que en los últimos dos años se ha dado la vuelta. La apertura de la planta de Cooper Standard en Tarazona, en las mismas instalaciones que dejó Delphi, es una buena prueba de ello.


Aragón, con 92.000 personas en la actualidad ocupadas en el sector industrial según la afiliación a la Seguridad Social, ha recuperado cerca de 5.000 empleos en este campo desde 2013. Aún lejos de los casi 110.000 que llegó a ver en 2007. Sin embargo, los sindicatos advierten que la industria, históricamente ligada a mejores condiciones laborales, ya no es lo que era en este sentido.


Una prueba de esta tendencia que marcan los sindicatos por una parte es la entrada que ha tenido la contratación vía ETT . Durante este año, dos de cada diez rúbricas firmadas por empresas de trabajo temporal estaban ligadas a plantas industriales. “Hay puestos de trabajo en la industria que no están siendo ocupados por trabajadores, sino por contratos de ETT que van siendo rotatorios conforme se acaban las posibilidades de mantener un contrato temporal”, señala Ana Sánchez, representante de Industria de CC.OO.


Todo ello en un marco en el que además, a nivel global, el mundo occidental está tendiendo hacia una terciarización de la economía que también afecta a Aragón. Mientras en 2007, el 23% de los puestos de trabajo estaba ligado a la industria y la energía, ahora son solo el 17%. Por su parte, los puestos de trabajo en el sector servicios han pasado de suponer 6 de cada 10 sueldos antes de la crisis a casi 7 de cada 10 en la actualidad.


“La industria ha sido históricamente un mecanismo cohesionador. Por una parte, una industria en una población comarcal es el mejor medio para fijar población y para fomentar su aumento, ya que puede ser el punto de partida de otras empresas anexas. Por otra, las condiciones laborales, históricamente más estables, la hacen también un elemento fundamental en la creación de clase media”, explica José Manuel Lasierra, doctor en Economía de la Universidad de Zaragoza y Presidente del Consejo Económico y Social de Aragón, organismo que hace unas semanas emitía su informe anual sobre la situación de Aragón y que en su apartado económico recogía también la buena marcha, en los últimos meses, de la industria en la Comunidad.


“Los últimos datos indican que en Aragón la industria ha tenido mucho que ver en la recuperación del empleo, pero qué duda cabe que durante estos años cada vez son más las empresas que han externalizado parte de su trabajo y que Aragón no está quedando exento de la terciarización de la economía”, indica Lasierra.


La duración de los contratos se ha reducido a una quinta parte


Pese a que Aragón sigue manteniendo focos muy importantes en la industria del automóvil, con GM y todas las industrias adyacentes a la cabeza, la agroindustria o las empresas manufactureras, algunos indicadores muestran cómo ha cambiado el modelo de contratación que señalan los sindicatos. Una de sus mejores muestras quizá sea que, si antes de la crisis los nuevos contratos firmados por el sector industrial tenían una duración media de 211 días, muy por encima de otros ámbitos de la economía, en la actualidad su temporalidad se ha ido hasta los 47, unas cinco veces menos, según los datos que ofrece el Instituto Aragonés de Estadística.


En el aire queda también el rumbo que puedan tomar, aunque sea ya en época de recuperación, aquellas comarcas que más industrias han perdido durante la crisis. Por ejemplo, Catalatayud, que ha perdido más de 500 empleos en industria, o el futuro que puedan tener las Cuencas Mineras y Andorra ante la incertidumbre de la minería. “El futuro de la central de Andorra sigue sin estar garantizado y hemos llegado a un momento en el que cada vez se ve todo más negro”, señala Francisco Montull, representante de Minería de UGT-Aragón, que reclama que se aprenda de los planes de reindustralización mal trazados que se han hecho hasta ahora.


Ante los malos augurios sobre el futuro de la térmica, el Gobierno de Aragón ya convocó a principios de mes una primera reunión para trazar una estrategia de reindustrialización efectiva. Mejorar lo que se ha hecho hasta ahora no será difícil, ya que por ejemplo sin salir de la misma Andorra se puede ver el esqueleto de la cementera que Cemex erigió con ayudas a las minas y que, tras estar construida en un 90%, nunca se puso en marcha.


“No he conseguido empleo después de que cerrara la planta”


Pero sin duda alguna la peor situación que se da ante el cierre de las plantas es la recolocación de sus empleados. Un ejemplo se puede encontrar en los extrabajadores de TATA Hispano. Los trabajadores intentaron continuar con la actividad tras el cierre de la planta en 2014 mediante la creación de una cooperativa sin éxito. Hoy, uno de los trabajadores que formaban parte del comité de empresa cuenta que no ha encontrado trabajo desde entonces. “A mis 52 años veo el futuro muy negro, y poca gente de los 300 que quedamos hasta el final ha encontrado otra cosa”, comenta el extrabajador, que prefiere que no se publique su nombre porque señala que debido a su actividad sindical algunas empresas le han rechazado en entrevistas de trabajo.

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