Medio rural: un espejismo de dos meses

Las vacaciones de verano se acaban y muchos pueblos aragoneses vuelven a quedarse vacíos. El envejecimiento de sus habitantes y la emigración de los jóvenes convierten la despoblación en el peor temor del medio rural, un proceso que también afecta a ciudades como Zaragoza y que ha retraído la población aragonesa un dos por ciento en los últimos siete años.

Durante los dos últimos meses, los pueblos aragoneses han vivido un espejismo que se repite cada verano. Las fiestas patronales, el buen clima y la facilidad de tener unas vacaciones en familia hacen que miles de personas se desplacen a localidades que, en invierno, parecen abandonadas.


Ahora que septiembre cuenta las últimas festividades y la gente vuelve a la ciudad, estos municipios se preparan, una vez más, para hacer frente a la cruda realidad que vive el medio rural, cada vez más castigado por la progresiva pérdida de población. Solo en el último año, Aragón ha perdido 8.000 habitantes y se sitúa como la cuarta Comunidad Autónoma más despoblada de España, después de las Castillas y Extremadura. Uno de cada cuatro municipios cuenta con menos de 100 residentes, y la mitad de los 731 que hay en total, con menos de 500.


Luis Antonio Sáez, director del Centro de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (CEDDAR), explica que "el número de pueblos que no tiene población en un determinado periodo de tiempo al año va en aumento, y hay muchos que, en la Estrategia de Ordenación Territorial de Aragón (EOTA), ya están definidos como ‘terminales’ porque sus habitantes son muy mayores y no llega gente joven". Suelen encontrarse –apostilla– en "extensas comarcas que disponen de unas condiciones naturales poco favorables para la agricultura y la ganadería, y que carecen de una cabecera comarcal importante, como Jaca, que permita a la población vivir en los alrededores, ya que están cerca de un lugar con servicios. Son zonas donde, además, la falta de turismo ha impedido una regeneración, como la ocurrida en los Pirineos, y se han quedado enquilosadas".


Los presidentes de las cuatro comarcas más despobladas –Enrique Campo (Sobrarbe), Pascual Giménez (Sierra de Albarracín), Yolanda Sevilla (Gúdar Javalambre) y Arturo Martín (Maestrazgo)–, con una densidad de población inferior a 3,4 habitantes por kilómetro cuadrado, explican que estas regiones viven una situación dramática. "Cuando el verano se acaba, sólo hay que salir a la calle para ver que cada vez hay menos personas y que, las que quedan, son las más mayores", comenta Yolanda Sevilla. "El ‘boom’ de la construcción en los años 2000 impulsó el crecimiento, pero con la crisis, los puestos de trabajo en este sector han desaparecido y la gente se ha ido.


Además, el número de hijos se ha reducido y cada vez hay menos parejas debido, en gran parte, a la escasa actividad laboral de la mujer en los pueblos, que hace que se desplacen a grandes núcleos urbanos para trabajar". Según Arturo Martín, del Maestrazgo, este es uno de los grandes problemas al que se enfrentan los pequeños municipios. "Trabajar en agricultura y ganadería es muy difícil para una mujer, ya que son tareas muy físicas. Se deberían crear puestos más adaptados a sus capacidades, como las nuevas tecnologías, para que se queden aquí, porque cada vez hay menos parejas. Además, si la mujer vive en Teruel y tiene pareja, lo más probable es que sea el chico el que se desplace a la capital", detalla, y comenta que "son muchos los factores que potencian la emigración de estas regiones. En el Maestrazgo, la climatología es muy dura; en invierno nieva tanto que el paso por las carreteras es muy complicado y hay días en los que no puedes desplazarte a otra localidad más grande para comprar comida. También tenemos un problema con el sector primario, mecanizado y poco rentable. Los productos se venden a precios de hace 30 años y, con las nuevas tecnologías, lo que antes producían 20 familias, ahora lo consigue una".

Oferta mínima


También la escasez de servicios empeora la calidad de vida de los municipios más pequeños. En las cuatro comarcas existe una lucha permanente por la creación y el mantenimiento de unos suministros mínimos. El presidente del Maestrazgo aclara que "los ayuntamientos de muchos pueblos fomentan ahora la creación de pequeñas tiendas multiservicio para ofrecer productos de primera necesidad y, además, todos tienen, al menos, un bar para favorecer las relaciones sociales entre los vecinos". Según Yolanda Sevilla (Gúdar Javalambre), "el pescadero va a todos los pueblos una vez por semana, pero no es suficiente. Los habitantes de muchos municipios dependen de las tiendas de pueblos cercanos y, cuando llega el verano, la gente tiene que traer en el coche comida para toda su estancia porque aquí conseguirla es más complicado que en la ciudad". Los presidentes son conscientes de la dificultad que supone conseguir un suministro completo en cada rincón de las comarcas, pero denuncian la dejadez de las zonas rurales por parte de la Administración Central. Pascual Giménez, de la Sierra de Albarracín, mantiene que "las instituciones nunca han pensado en el grave problema que supone la tendencia de pérdida poblacional y, lejos de mejorar los servicios para hacer más atractivo el medio rural, parecen dejarnos a un lado.


Siempre somos los últimos en mejorar las carreteras o las nuevas tecnologías y, además, dependemos de servicios básicos que, a veces, ni tenemos. Ahora, por ejemplo, muchas localidades han dejado de recibir el servicio regular de viajeros a la capital, donde están los hospitales, y el Gobierno no lo solucionará hasta septiembre". Para Enrique Campo, "el Sobrarbe ha sido una de las comarcas más castigadas de Aragón y de España. Tenemos serios problemas con las instalaciones de embalses y con los aprovechamientos hidroeléctricos, entre otros muchos, y no hemos recibido nada para solucionarlos; parece que las políticas que se llevan a cabo tienen por objetivo vaciar el terreno rural. Todos estos inconvenientes hacen que la gente se marche a la ciudad porque, además, vivir aquí es más caro. Si quieres tener una familia, necesitas varios vehículos para desplazarte; en la ciudad, tienes el transporte público".Despreocupación política


La solución a las deficiencias de estas regiones depende, en gran medida, de las políticas adoptadas por el Gobierno de Aragón que, según Luis Antonio Sáez, no irán dirigidas a acelerar el crecimiento del medio rural. "Tenemos un plan de política demográfica aprobado en 2001 y, sólo en 2010, hubo una interpelación al respecto en las Cortes de Aragón. La aplicación de la banda ancha a todos los territorios como un servicio universal es algo que se dice desde el año 2000 y que se va a ejecutar ahora. Falta perspectiva, compromiso y estrategia gubernamental", dice. Pero no está todo perdido. Carlos Gómez, catedrático en Sociología de la Universidad de Zaragoza, advierte que "hay colectivos de población que se podrían plantear la posibilidad de establecer su residencia en estas zonas, como inmigrantes, jóvenes con problemas de acceso a la vivienda en la ciudad, personas que buscan un estilo de vida alternativo y que vuelvan a trabajar la tierra, etc. Pero para favorecer estos asentamientos es necesario plantear, por parte de la Administración Central o Autonómica, unas políticas de ordenación territorial y de protección especial de determinadas zonas rurales que tienen suficientes recursos endógenos para generar nuevas actividades productivas o que, por su ubicación geográfica, se encuentran próximas a vías de acceso principales". Añade que "las políticas públicas deberían ir dirigidas a favorecer nuevos asentamientos de población joven con reducciones fiscales a nuevos pobladores, préstamos para rehabilitación o adquisición de viviendas de primera residencia y ayudas por establecimientos de actividad. Se trata de poner las cosas fáciles a quienes opten por instalarse en los medios rurales despoblados".


Desde el Gobierno de Aragón se insiste en que la mejoría de los entornos rurales será evidente en cuatro años, cuando finalice el Programa de Desarrollo Rural de Aragón 2014-2020, aprobado por la Comisión Europea en mayo de 2015, y que cuenta con 907 millones de euros de gasto público –51% de la Unión Europea, 40% del Gobierno de Aragón y 9% de la Administración General del Estado–. "El plan contempla inversiones en agroindustria, incorporación de jóvenes y modernización de explotaciones, modernización de regadíos, medidas agroambientales y de apoyo a la agricultura ecológica, inversiones en el desarrollo de zonas forestales y mejora de la viabilidad de los bosques, el apoyo a zonas con limitaciones naturales y el apoyo al desarrollo local participativo a través de los grupos LEADER", aseguran.Relevo generacional


La pérdida de población es un proceso que, aunque se agrava en las zonas rurales, afecta a la totalidad de Aragón, que ha perdido 32.000 habitantes en tres años, a un ritmo que dobla la media española. A este fenómeno hay que sumar el envejecimiento general, con un 21% de los habitantes por encima de los 65 años. Antonio Eito, doctor en sociología de la Universidad de Zaragoza, anota que "los aragoneses nos encontramos en una situación de invierno demográfico, y los próximos años seguirán la misma tendencia. No habrá reemplazo generacional y cada vez seremos menos habitantes debido al incremento de las defunciones, la reducción de los nacimientos, el aumento de la emigración –sobre todo de jóvenes graduados y de personas que han conseguido la nacionalidad española– y la disminución de la inmigración, porque nuestro territorio será menos atractivo".

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