Es evidente que las nuevas generaciones están más concienciadas con el cambio climático, pero aún hay aspectos en los que pueden mejorar. La Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios del Departamento de Servicios Sociales de la DGA ha realizado encuestas en 36 colegios aragoneses en las que han participado 873 niños de entre 10 y 12 años, y sus resultados muestran que el reciclaje está interiorizado, pero que a las nuevas generaciones aún se les resisten hábitos cotidianos como cerrar grifos o apagar las luces.

El 64% de los consultados acuden regularmente al contenedor amarillo (plásticos y tetra brick) y otro 59% dan una segunda vida al vidrio. También son bastante constantes apagando las luces de su habitación (el 83,4% lo hace siempre, frente a un 1,4% que reconoce no acordarse nunca), aunque son menos los que admiten desconectar siempre el ordenador o la televisión cuando terminan (siete de cada diez), a pesar de que dejarlos en espera, con el piloto rojo encendido, consume mucha energía eléctrica.

Ahora bien, si hay algo que llama la atención es el uso que le dan al váter. A pesar de que está desaconsejado tirar residuos en él (aparte del papel higiénico), el 28% de los niños encuestados asegura que desecha cosas que no debería (de ellos, un 54% tira por aquí pañuelos de papel o similares, un 21% bastoncillos y algodón; un 3,3% se deshace de comida por esta vía y otro 21,7% prefirió no especificar lo que tira). En definitiva, casi el 30% siguen utilizando el inodoro como papelera, y a esto se añade el derroche innecesario de agua al tirar de la cadena.

El estudio reveló también un alto porcentaje de aprovechamiento del material escolar como bolígrafos, lapiceros y mochilas del año anterior (el 65% les dan una segunda vida), lo que no solo tiene de fondo un buen uso sino que repercute en un importante ahorro para la economía familiar.La dieta mediterránea

Aparte de esta encuesta, otras 1.049 se hicieron a chavales de institutos aragoneses un poco más mayores (tenían entre 12 y 16 años). Con ellas, se quiso analizar si, cuando compran, miran el etiquetado o se preocupan por aditivos y alérgenos.

A los directores del estudio les llamó la atención que un 22% de ellos desconocen a fondo la dieta mediterránea (opinaron que no era suficiente para cubrir todas las necesidades) y solo el 40% consulta el etiquetado de los alimentos, sobre todo, la fecha de caducidad.