Enterrar cuernos de vaca llenos de boñiga para conseguir una agricultura mejor pagada

La agricultura biodinámica comienza a asentarse en Aragón. Sus productos, que apuestan por el ecologismo puro, las propiedades de las plantas y cierto misticismo, revalorizan los precios en el extranjero.

Uno de los preparados de la agricultura biodinámica
Uno de los preparados de la agricultura biodinámica
Biodinámica España

Siempre en el campo se ha tenido en cuenta el entorno para realizar los trabajos. Podar en función de la luna, trabajar según un calendario más ligado a las estaciones que a una fecha concreta, o mantener incluso vivos algunos dichos populares en torno al comportamiento de los animales. Esto, tomado con unas pautas y unos rituales muy específicos, es lo que promueve la agricultura biodinámica. Un método basado en técnicas ecológicas radicales y la confianza en que una serie de preparados de hierbas, los ciclos de los planetas, y algunas tradiciones recuperadas puedan generar un organismo autosuficiente en el suelo que, “en armonía con el universo”, produzca alimentos de calidad, libres de cualquier químico y respetuosos con el ser humano y la naturaleza.


Esta tendencia lleva expandiéndose desde que su creador, el pensador alemán Rudolf Steiner, la comenzara a difundir en los años 20 del siglo pasado. En España, y de forma más concreta en Aragón, es aún cosa de unos pocos agricultores que de una forma u otra se han ido acercando a los postulados de este tipo de agricultura cuyos productos además son muy demandados (y mejor pagados) en Estados Unidos o el norte de Europa.


En la Comunidad, una veintena de productores la practican ya de forma continuada y de ellos cinco están certificados para vender sus productos bajo el sello de Demeter, que además de ser la diosa griega de la agricultura, es un organismo privado alemán que homologa a nivel mundial los alimentos biodinámicos.


Entre sus técnicas se encuentra enterrar un cuerno de vaca con estiércol en otoño que se desentierra en primavera y otro con cuarzo molido mezclado con agua de lluvia, enterrado en primaver y desenterrado en otoño, cuyo contenido se utilizará después para rociar en los cultivos. Además, también se realizan distintos preparados basados en milenrama, manzanilla, valeriana o diente de león, o se incineran gusanos capturados en la finca para evitar una plaga de la misma especie. Todos ellos tienen una función específica para proteger los cultivos o prevenir afecciones, según siempre el método biodinámico.


“Es comprensible que a mucha gente le choque, de hecho yo creo que no se le da más publicidad porque en España aún no estamos adecuados a este tipo de cosas. Pero detrás de todas estas prácticas no hay solo misticismo, también hay ciencia, estudios y evidencias que lo respaldan. Lo que se intenta con estos preparados es utilizar los microorganismos y las propiedades de la manzanilla por ejemplo y extenderlos refuercen el suelo, las plantas y, con ello, protejan toda la finca”, explica Chema Alquézar, ingeniero técnico agrícola interesado por la agricultura biodinámica y que coordina un grupo en Aragón que se encarga de enterrar estos preparados en las fechas adecuadas para después repartirlos.Cada vez más agricultores se interesan por esta metodología


Antonio Ruiz, antiguo presidente del Comité de Agricultura Ecológica de Aragón, es quizá el más veterano en Aragón en apostar por la agricultura biodinámica. Lleva certificado en Demeter desde el año 2000, cuando ya llevaba más de una década haciendo agricultura ecológica.


“Yo era un descreído de estas cosas. Usaba productos fitosanitarios como el que más. De hecho me reía de todo esto hasta que tuve un problema de salud y comencé a buscar métodos alternativos. Hoy he mejorado de estos problemas y no daría vuelta atrás”, cuenta. Según dice, el objetivo es “tratar al campo como lo que es, un organismo vivo, como lo son los insectos o las plantas que pueden producir plagas. Todo está conectado”.


“Simplemente eligiendo unas fechas de siembra adecuadas la tierra lo agradece. Cuando me preguntan sobre si esto funciona o no, lo único que digo es que sino no llevaría más de veinte años haciéndolo”, señala.


Además de defender que sus productos son más sanos o mejores, los agricultores que practican la biodinámica y han querido charlar con Heraldo.es no rehúyen señalar que sus alimentos también tienen mejor salida al mercado, en especial en países donde estos alimentos están asentados, como Alemania o Estados Unidos. “Allí se valora más estas cosas, del mismo modo que la agricultura ecológica tardó más tiempo en llegar a España, en esto también nos llevan varias décadas de ventaja”, explica Ruiz.


José Antonio Ibarra es un viticultor aragonés que actualmente está en proceso de certificación para que sus productos puedan ser vendidos como biodinámicos. Tiene una pequeña bodega llamada Augusta Bílbilis en Mara (Calatayud) y también es un entusiasta defensor de estas prácticas.


“Lo que yo digo es que hago vino mezclando agricultura radical con brujería”, explica. “En mis viñas puedes ver que crecen las hierbas, que hay insectos, y que todo convive de forma natural y sin problemas. Sé que hay gente que incluso puede decir que hasta estamos locos. Yo lo único que sé es que hace unas décadas en el campo se usaban muchas de las tradiciones y técnicas que ahora ponemos en práctica. Hemos aprendido mucho, pero igual tenemos que volver a aprender cosas que hemos olvidado”, dice.


Pese a esto, no son pocas las críticas que ha recibido la agricultura biodinámica en los últimos años. Principalmente por estar regulada y controlada por una única sociedad a nivel mundial que imparte cursos. “Es cierto que hay negocio, como en todo. Y tienes que pasar por el aro para vender con su sello, aunque tu seas incluso más escrupuloso y responsable con la naturaleza que ellos”, reconoce otro de los agricultores interesado en estas técnicas que ha charlado con Heraldo.es, y que prefiere mantener el anonimato.

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