Utilizar chuletas u otros métodos de copia en la selectividad aragonesa no conlleva una pena de hasta siete años de cárcel como ocurre en China, pero sí que puede modificar el futuro inmediato del estudiante pillado. Según detallan en las instrucciones de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), aquellos estudiantes que copien durante la realización de algún examen o tengan a su alcance cualquier tipo de chuleta serán expulsados de la sala y calificados como “no apto” en la prueba de acceso. De este modo, el afectado tendría que presentarse directamente en septiembre y, si es entonces cuando se producen los hechos, deberá esperar un año para intentar acceder a la universidad.

Para intentar evitar que se copie, los alumnos solo pueden acceder al examen con su DNI y bolígrafo. De este modo, aparatos electrónicos, calculadoras, teléfonos y relojes inteligentes, libros, apuntes correctores... deben depositarse en el lugar que indique el Tribunal y si se llevan durante el examen son considerados como “chuletas”. Además, los profesores controlan que no se hable y solo se pueden utilizar los trípticos oficiales, para evitar el tradicional cambiazo.

Sin embargo, ya no existen los famosos inhibidores con los que se intentaba poner coto a los pinganillos u otros aparatos electrónicos. Según detallan desde la Universidad de Zaragoza, el Gobierno especificó que no era posible instalarlos ya que estaban destinados a casos muy concretos, por lo que es una medida que no se aplica. De hecho, el propio campus público anunció su puesta en marcha en la Facultad de Derecho, pero el Ejecutivo nacional no aprobó su utilización. Lo mismo ocurrió en otras universidades de Asturias y la Comunidad Valenciana.

En el caso de copiar durante la celebración de unas oposiciones, la situación es parecida. “En la propia convocatoria está establecido que si te pillan copiando es motivo de expulsión y suspensión de la prueba”, especifica José Luis Ruiz, secretario general de CGT Enseñanza Zaragoza. Asimismo, recuerda que para acceder a los exámenes es recomendable acudir con el pelo recorrido (para evitar el uso de pinganillos) y vestir camisetas de manga corta o llevar las mangas recogidas (para evitar lugares donde guardar la chuleta). “Cuando son exámenes oficiales como la selectividad o las oposiciones está todo muy institucionalizado y con las reglas muy claras”, recalca Cimorra.

Por su parte, Alfonso Zafra, coordinador del sector de la Enseñanza de CSIF Aragón, recalca que es “complicado” poder copiar en las oposiciones. “Por ejemplo, en el caso de maestros o profesores, la única posibilidad es copiar el tema, que se podría hacer con un pinganillo, pero además tienes que sacar adelante el caso práctico y las preguntas cortas, por lo que tampoco serviría de mucho”, especifica. Del mismo modo, añade que durante todos sus años de experiencia, nunca ha conocido ni escuchado ningún caso de copia en un examen de oposición.

En la Universidad, los profesores levantan acta

Dentro de los estudios reglados, las diferencias son evidentes. Por un lado, la Universidad de Zaragoza creó hace unos años un código en el que se detallaba lo que ocurriría en caso de que algún estudiante llevara a cabo “prácticas irregulares en las pruebas de evaluación”. Si se detecta alguna situación de este estilo, el alumno es expulsado y suspende de manera inmediata la prueba. Además, “se levantará acta de los motivos, que el profesor elevará al centro junto con las verificaciones documentales que estime oportunas para su valoración”.

Los institutos, sin directrices genéricas

Por otro lado, los institutos y los colegios aragoneses no tienen unas directrices genéricas sobre las que apoyarse. En estos casos, depende del propio centro (algunos incluyen estas circunstancias en su Reglamento de Régimen Interno) o de los profesores y tutores. De este modo, mientras que algunos institutos explican en su normativa que si se copia en un examen final se va a septiembre y si se se hace en uno de la evaluación continua se pierde este derecho y se acude directamente a la prueba final; otros dejan esta decisión en manos de sus docentes. “Se puede llegar incluso a la expulsión si es una conducta reiterada”, recalca Zafra.

Lo que sí que especifican casi todos es la prohibición de utilizar teléfonos móviles y otros dispositivos tecnológicos. Por ejemplo, el IES Tiempos Modernos detalla en su Reglamento de Régimen Interno que está prohibido su uso en el centro y que durante la realización de un examen, el profesor podrá pedir a los alumnos que depositen sus móviles en un lugar visible del aula. De hecho, puntualiza que la simple visualización de estos aparatos será considerada como chuletas, lo que implicará la inmediata expulsión de la prueba.

“En los últimos años han ido cambiando los métodos”, reconoce Zafra. Las tradicionales chuletas en la ropa y en los bolígrafos se han ido convirtiendo en conversaciones de aplicaciones del teléfono móvil y pinganillos. “Cada vez son menos tradicionales,  pero realmente, estas son las que mejor funcionan, ya que dependen de uno mismo y no de un tercero que te diga lo que tienes que escribir”, sostiene.

En Primaria el problema está en los trabajos

La opción de copia y plagio no está delimitada a un grupo concreto. Por ello, no es extraño que alumnos de Primaria entreguen trabajos copiados directamente de Wikipedia o de otras páginas web. “En los primeros trabajos que mandas, pueden que te presenten textos que claramente no han escrito ellos, por lo que es muy fácil de detectar”, especifica Ruiz. En estos casos, lo más habitual es que se le pida al niño que repita el trabajo. “Antes, al no contar con internet, teníamos más imaginación y éramos más creativos; ahora, buscan directamente la pregunta y copian la respuesta”, ejemplifica.