Alergias, la epidemia del siglo XXI que ya afecta al 25% de los aragoneses

Solo en el Hospital Clínico se atiende cada año a 6.500 pacientes nuevos. Los expertos señalan que cada vez se dan más casos de personas con más de una alergia.

Un hombre estornudando a causa de la alergia al polen.
Un hombre estornudando a causa de la alergia al polen.
Guillermo Mestre

Si usted es de los que durante estos meses (y hasta bien entrado el verano) necesita llevar el moquero bien a mano, debe saber que, por desgracia, forma parte de una de las comunidades más en alza del mundo. Se estima que durante las próximas décadas es posible que se supere el umbral de que el 50% de la población de los países occidentales cuente con algún tipo de alergia. Una patología en la que el sistema inmunológico responde ante sustancias que deberían ser inocuas, y cuya prevalencia ya es tildada por los expertos como una de las 'epidemias' del siglo XXI.


En Aragón, al igual que los patrones de seguimiento del interior de España, se estima que aproximadamente en torno al 20%-25% de la población (unas 260.000 personas en los cálculos más conservadores) padece ya sus efectos de forma más o menos grave. De ellas, la gran mayoría tienen alergias respiratorias ligadas al polen, ácaros y animales; y en menor medida aparece el grupo de pacientes con reacciones a los medicamentos y los alimentos (entre el 3 y 5%), tipología esta última que cada vez se detecta en más menores.


“El crecimiento de pacientes afectados por distintos tipos de alergia ha crecido considerablemente durante los últimos cincuenta años. Lo que estamos constatando durante la última década es que cada vez hay más casos de personas que sufren más de una alergia, por ejemplo a algún tipo de polen que se cruza con una alimentaria”, señala el doctor Carlos Colás, Jefe del Servicio de Alergología del Hospital Clínico de Zaragoza.


Solo en este centro sanitario -el de referencia en la materia en Zaragoza- en los últimos años se vienen realizando una media de 6.500 atenciones a pacientes nuevos que presentan síntomas alérgicos.


Aunque muchos efectos como la rinitis alérgica pueden parecer superficiales, los expertos señalan que es conveniente realizar un seguimiento para evitar complicaciones. Principalmente porque aún no están claras las razones que hacen que una persona a una edad ya considerada adulta desarrolle de forma espontánea una afección alérgica que pueda generar complicaciones.


Cuestión aparte son los menores. El doctor Colás señala que “en los últimos años las alergias se han convertido en la mayor enfermedad crónica en edad pediátrica por número de afectados” destacando tanto los problemas respiratorios como las reacciones a los alimentos, que pueden suponer problemas en edades infantiles serios, sobre todo “porque si requieren cuidados específicos puede suponer un condicionante importante teniendo en cuenta que se está en edad de desarrollo tanto físico como escolar, y a veces compaginar estos problemas acarrea inconvenientes tanto a los padres como, por supuesto, a los propios niños”, explica el alergólogo.La teoría del exceso de higiene y cuidados se afianza


El desarrollo de una alergia, ya sea desde el nacimiento o en una edad temprana, o ya de forma adulta, tiene un componente hereditario muy importante. Sin embargo, existen multitud de factores a los que se achaca el aumento exponencial de esta patología. Entre ellos, destacan los cambios alimenticios de las últimas décadas, la contaminación, los cambios en la producción de cultivos, o el exceso de cuidados e higiene.


“Estas teorías no solo se mantienen sino que se han reafirmado en los últimos años, fundamentalmente porque se han invertido importantes cantidades de dinero en intentar poner luz sobre el misterio del aumento de las alergias y se ha podido controlar de forma metódica la evolución de población con según qué hábitos a lo largo de los años”, explica Colás, quien señala que “el modo de vida occidental, de un modo u otro, tiene mucho que ver, aunque no por un factor en concreto, sino por multitud de ellos”.


Durante las últimas décadas se han realizado investigaciones que comparaban por ejemplo la prevalencia de alergias en los niños de la Alemania Oriental y la Occidental antes de la caída del muro de Berlín. En la Alemania del Este, con una calidad de vida y cuidados inferior, los pacientes presentaban menos afecciones de este tipo. Del mismo modo, también se han estudiado poblaciones como los Amish norteamericanos, anclados a una vida similar a la que se llevaba en el siglo XIX, y que “apenas tienen una prevalencia del asma del 0,2% de la población”, comenta el doctor del Hospital Clínico.


“Seguramente los principales cambios en el estilo de vida occidental han llegado durante la segunda mitad del siglo XX, de forma muy rápida, y eso nos ha alejado del proceso de maduración del sistema inmunológico que el ser humano había tenido durante la mayor parte de la historia; provocando un cambio de tendencia que ha repercutido en la aparición de reacciones alérgicas”, explica Colás, quien no obstante señala que esto no quiere decir que haya que dar cabida a teorías como la de optar por no vacunar a los menores, porque con ello no se evitan las alergias y desde luego, las complicaciones pueden ser mucho mayores.Vivir en el valle del Ebro siendo alérgico: una de cal y otra de arena


El entorno del valle del Ebro y la ciudad de Zaragoza tienen unas características propias para los alérgicos, según han analizado durante años las Sociedades Científicas y los expertos.


Por una parte, la escasa humedad supone un punto a favor del zaragozano con problemas de alergia ya que los ácaros son mucho más reducidos que en otras partes de España. En lo que respecta al polen, “hay menores concentraciones que en ciudades como Madrid o Salamanca”, explica el doctor Colás, aunque se cuenta con un enemigo público importante: la capitana (salsola kali) una planta de pequeño tamaño habitual que tiene una floración anual, y que alarga los síntomas de los alérgicos durante más meses que en otras zonas de España.


Además de las gramíneas, especies como el ciprés, el plátano de sombra o el olivo también provocan buena parte de las alergias respiratorias en Aragón; árboles que hace escasas semanas el Ayuntamiento de Zaragoza decidió dejar de plantar tras la recomendación de los alergólogos y que hasta ahora -en especial el platanero- eran de los más comunes en el arbolado urbano.

Un perjuicio que no solo afecta a la salud


Pero más allá de las molestias menores o graves que las alergias pueden ocasionar, en los últimos años el foco se está poniendo también en los perjuicios socio-económicos que genera una patología que cada vez afecta a más población y puede suponer un auténtico suplicio en las semanas más complicadas.


Entre bajas laborales, coste de recetas, tratamientos y consultas, el doctor Colás estima que aproximadamente la existencia de la alergia ocasiona un impacto económico semejante a los 50 millones de euros solo en Aragón. De ahí que la toma de decisiones por reducir la presencia de polen en las ciudades o eliminar potenciadores como la contaminación, puedan suponer más mejoras aparte de las que afectan a la calidad de vida.


Sobre la pregunta del millón, la cura o el tratamiento satisfactorio, desde el Hospital Clínico de Zaragoza se abre la esperanza de las vacunas. Pequeñas dosis que se van suministrando normalmente de forma mensual. “Se lleva trabajando mucho tiempo en las vacunas y en la actualidad nuestros métodos nos permiten conocer con mucha más precisión las proteinas que provocan la reacción del paciente y por lo tanto ejecutar soluciones más adecuadas. Los porcentajes de éxito son mucho mejores que los que teníamos hace quince años”, comenta Colás.


En lo que respecta a las alergias alimentarias, aunque también se están desarrollando vacunas, por el momento el método más efectivo sigue siendo el suministro en pequeñas dosis bajo el control de un alergólogo de los alimentos que generan reacciones. Forzar la tolerancia a los alérgicos a la leche y el huevo mediante pequeñas ingestas, que en los casos de los menores pueden llegar a dar resultados positivos en el 70% de las ocasiones.

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