Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Nanociencia, donde lo extremadamente pequeño puede crear grandes cosas

Una quincena de proyectos han participado en la I Feria de Nanociencia para escolares de Aragón.

Gafas que no se rompan ni se deformen, pantallas de teléfono súper resistentes o un ligero libro de grafeno que permita almacenar todas las asignaturas son algunos de los proyectos que han realizado escolares en Zaragoza desde la base de la nanociencia.


"La nanociencia es estudiar lo pequeño, como si partiéramos un milímetro un millón de veces", explica la geóloga Ana Abás a los estudiantes de educación secundaria de Aragón que observan cómo la nanociencia está presente en objetos tan comunes como los tejidos repelentes del agua, los teléfonos móviles o las cremas solares transparentes.


Aunque a estos adolescentes esta pujante rama de la ciencia ya les suena: la han estudiado en clase y experimentado con ella en veintiséis proyectos, de los que quince han sido seleccionados para la I Feria de Nanociencia para escolares en Aragón, que se celebra este jueves en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.


Con un poco de nervios, pero sobre todo, la lección bien aprendida y ensayada, los alumnos defienden ante el público y ante el jurado los trabajos que han realizado en las aulas durante aproximadamente un mes y medio.


Las ideas suelen surgir de observar las necesidades de la vida cotidiana: cinco niños de primero de la ESO han diseñado el "corsé de la felicidad", hecho de materiales flexibles y que desprende además un fármaco calmante que se libera cuando su superficie supera los 34 grados centígrados, es decir, cuando entra en contacto con el cuerpo humano.


La idea surgió para intentar ayudar a la abuela de una de las integrantes del grupo, ya que utiliza un corsé "muy rígido e incómodo". "Un pequeño gesto puede hacer grandes cosas", explica la niña de doce años a la que le gustaría ser científica.


Con el objetivo también de hacer la vida más fácil, tras la visita de un bombero al instituto, un grupo de cinco niños decidió diseñar un recubrimiento especial para la máscara de protección facial de estos profesionales, que permite repeler el hollín y mejorar así su visión.


Entre los proyectos más llamativos, el de tres niñas de tercero de ESO que han investigado los nanocristales de los camaleones para posibles aplicaciones en los materiales textiles o el del grupo del colegio de educación especial María Soriano que han experimentado con la nanofotónica, una rama de la nanociencia, para crear un "universo fosforito" donde se pueden observar los planetas creados con pintura fluorescente a base de rotulador y alcohol o maicena y tónica.


La tecnología termocrónica es otra de las bondades de la nanociencia en la que se ha centrado el proyecto que estudia que los puzzles puedan cambiar de color y, por lo tanto, cambiar de imagen.


"Así en vez de hacer el típico y aburrido puzzle que ya has hecho un millón de veces, puedes crear hasta el de un selfie con tu novio", explica un alumno de la clase de altas capacidades del colegio Cristo Rey mientras aplica calor con el secador y hace desaparecer la tinta de un bolígrafo que se basa en ese mismo principio.


"De momento no hay nada parecido en el mercado y nos gustaría poder llevarlo a cabo si nos apoya alguna empresa", defiende este estudiante que aspira a formar parte de la NASA cuando sea mayor.


Nanorobots contra el cáncer o formas de energía menos contaminantes completan algunos de los grandes proyectos que estos pequeños aragoneses sueñan con hacer realidad.

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