Una madre de leyenda
-¿Que tienes que ir a qué?
El joven miró al suelo mientras aquella mujer lo miraba desconfiada.
-A luchar contra un dragón, mamá...
La mujer cambió el gesto, y con el rostro enrojecido y la mirada de una fiera avanzó hacia el joven, encogido ante tal bestia.
-¿Pero qué dragón, ababol? ¡Si ya te da miedo una sargantana! No digas tonterías y ve a ayudar a tu padre que...
-Pero mamá, la princesa...
La madre se detuvo en seco al oír aquello, y con un ademán de curiosidad preguntó:
-¿Qué princesa, pues?
-La princesa, mamá. Voy a liberarla de las garras del dragón...
La mujer cruzó su bata frente al pecho, pensativa. Finalmente suspiró y se dirigió a su hijo:
-Bueno, marcha pues a por esa princesa, que ya pensaba yo que no te iba a arrejuntar con ninguna...
Enrojecido de vergüenza, San Jorge se enfundó su armadura mientras su madre lo peinaba con la mano mojada de saliva. Y es que hasta los héroes tienen detrás a una madre preocupada, por suerte para ellos.
-Y cógete la capa, que luego refresca.