Control rutinario

Buenas tardes, escribidor.


—Buenas tardes, cabo.


—Sargento literario, si no le importa.


—Claro, cabo, lo que diga su sargento.


—Documentación.


—Lo siento, no tengo redes sociales. Sé que siguen ahí, pero no contribuyo. Cuando quiero saber algo de alguien —Julián Casanova, Andrés Ferrer, Moles Villamate, Luis del Val, incluso de Javier Lambán—, verá usted: yo practico la compra de periódico.


—No me cuente milongas, caballero, escuche con atención: el permiso de conducción de letras, el permiso de circulación de frases, la tarjeta de características narrativas, el informe favorable de la Inspección literaria...


—¡Ah! Pues menos mal porque no tengo seguro de lectura...


—¿Que usted escribe sin seguro?


—Precisamente es lo que trato de evitar, los seguros, en Aragón la gente se asegura enseguida, oiga, o mejor, previenen las consecuencias desfavorables de un riesgo y luego se quedan pensando.


—Claro, y usted escribe sin pensar.


—No, no, mi grandeza también es de pensar. Los días que me viene.

Comentarios
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