Los cascos azules sembraron la paz en la tierra minada de Bosnia hace 20 años

Miembros de la Agrupación Aragón, que participaron en la primera misión en el exterior, asistirán hoy a la jornada de puertas abiertas del Sancho Ramírez.

La Agrupación Aragón, compuesta principalmente por la Brigada de Cazadores de Montaña de los cuarteles de Huesca y Jaca, desfiló en el paseo de Ramón y Cajal de la capital oscenseen la plaza del Pilar antes de viajar a Mostar en 1995.
La Agrupación Aragón, compuesta principalmente por la Brigada de Cazadores de Montaña de los cuarteles de Huesca y Jaca, desfiló en el paseo de Ramón y Cajal de la capital oscenseen la plaza del Pilar antes de viajar a Mostar en 1995.
Javier Blasco/heraldo

Bosnia-Herzegovina, octubre de 1995. Guerra. Desolación. Esta es la escena que la Agrupación Aragón, formada por un millar de militares, se encuentra al llegar a Mostar, una ciudad dividida entre croatas, musulmanes y serbios donde el fuego abierto, las violaciones o las degollaciones de madrugada eran las armas del odio. Morir o sobrevivir. Solo la paz podía romper esta disyuntiva. Esa fue la misión que cumplió el contingente aragonés de cascos azules de la ONU, formado principalmente por la Brigada de Cazadores de Montaña de los cuarteles de Huesca y Jaca, que fueron los primeros españoles en entrar en territorio serbio. De eso hace 20 años, y hoy se recuerda.


Coincidiendo con la jornada de puertas abiertas del cuartel Sancho Ramírez –cuyo cierre está decidido–, pero de forma extraoficial, se escucharán anécdotas de la primera misión española en el exterior por la presencia de muchos de aquellos militares que se formaron en estas instalaciones y que trabajaron para sembrar la paz en una tierra minada.


El Puente Viejo (Stari-Most) sobre el río Neretva, uno de los monumentos de la antigua Yugoslavia, fue destruido en 1993 por orden del Consejo Croata de Defensa, y se convirtió en uno de los símbolos del conflicto (6 de abril de 1992-14 de diciembre de 1995). Ingenieros zapadores de la Agrupación Aragón instalaron una pasarela que supuso la unión de la ciudad y que se mantuvo hasta la reconstrucción del puente inaugurado en 2004. Esa Unidad de Zapadores de Montaña (Uzapm 1) fue trasladada en 2009 desde el cuartel Sancho Ramírez de Huesca a Zaragoza y los ingenieros de Transmisiones se desplazaron a Jaca. Ahora, queda la Unidad de Transportes que se reubicará en la capital aragonesa (la de servicios desaparecerá) para echar el cierre a un cuartel que hoy abrirá sus puertas al público, de 10.00 a 15.00, para mostrar el trabajo que realiza el Ejército.


La reconstrucción de infraestructuras básicas fue uno de los cometidos de un contingente que daba protección a organizaciones no gubernamentales o supervisaba los levantamientos de campos de minas, que realizaban los expertos de uno u otro bando siguiendo los croquis de cuando las instalaron. "Vi morir a un minador serbio. Hasta las carreteras estaban minadas. Pero no fue eso lo que más me impactó, sino la impotencia al escuchar por una emisora que habían pedido nuestra ayuda porque una niña musulmana necesitaba un hospital y los croatas no la querían atender. El helicóptero ya no llegó a tiempo y murió", recuerda un militar. Por ello, el primer objetivo fue garantizar la seguridad, indica el ahora brigada Javier Velasco. Es quien organiza hoy el encuentro extraoficial de los ingenieros que pasaron por el cuartel Sancho Ramírez, que ya había participado con las primeras unidades de montaña de Huesca (compañía de Zapadores) en la llamada Agrupación Extremadura que se desplazó a Bosnia un año antes.


"Íbamos con mucha ilusión"

La boina azul con la que el contingente aragonés partió en octubre de 1995, tras dos desfiles en Huesca y en la plaza del Pilar de Zaragoza, fue su mejor carta de presentación ante todos los grupos en conflicto. Marcharon como parte de Unprofor (Fuerza de Protección de Naciones Unidas), con la que el Ejército español estuvo presente desde 1992, y regresaron en marzo de 1996 como la primera brigada española de IFOR (Fuerza de Implementación de la OTAN) para la aplicación de los acuerdos de paz de Dayton, firmados en diciembre de 1995, recuerda el ahora coronel en la reserva José María Soroa, que estuvo al mando de la Unidad de Apoyo Logístico ubicada en Dracevo. Además, los españoles tenían el cuartel general en Medjugorje, dos destacamentos en Mostar y el de Trebinje, cuando entraron en Serbia.


Por ello, la boina cambió de azul a verde en esa misión, al frente de la cual como jefe de Estado Mayor estaba el teniente coronel (ahora coronel retirado) Jaime Marqueta. El objetivo entonces era vigilar el cumplimiento de los acuerdos y fueron los primeros en pisar territorio serbio en enero de 1996, recuerda Soroa con el coronel retirado Jesús Molina, que fue uno de los mandos. La Agrupación dirigida por un coronel se convirtió en Brigada bajo las órdenes del general Luis Palacios y se incrementaron las fuerzas con, entre otros, un escuadrón de Caballería de Zaragoza.


La miseria, resumida en la escena de unas mujeres que se afanaban en limpiar las piedras de las lentejas entre la ruina, fue lo que más sobrecogió a Soroa, que es quien habla de "desolación", pero también recuerda que ellos iban "con mucha ilusión". "El río Neretva separaba la zona croata de la musulmana a rajatabla. Las casas a las orillas del río estaban totalmente acribilladas y destruidas", describe. "Ibas andando por la calle y veías que se disparaban de unas casas a otras, a una distancia como la del Coso (de Huesca)", apostilla Molina.


Según el Ministerio de Defensa, más de 46.000 militares españoles han participado en las sucesivas salidas a Bosnia-Herzegovina como la ONU y después la Otan y la UE –tres contingentes han ido desde Aragón–. Actualmente, se mantiene una representación de cuatro militares en el Cuartel General de Eurofor Althea, en Saravejo. De todos ellos, 23 murieron. El sargento Enrique Veigas Fernández y el soldado Sergio Fernández Sanromá, ambos fallecidos en accidente de tráfico, eran de Aragón, recuerda Soroa. En la plaza de España en Mostar, donde el rey Juan Carlos presidió un acto a los caídos, se recuerda a todos en un monolito. Allí regresó hace cuatro años con su mujer Soroa, que también ha estado en Kosovo y Afganistán, y allí quiere viajar Velasco próximamente con su familia. Mostar supuso una experiencia personal inolvidable. También profesional. El subdelegado de Defensa en Huesca, el coronel José María Rivera, que no estuvo en Bosnia pero sí en otros conflictos posteriores, destaca que esa misión supuso un cambio en las formas de trabajar del Ejército Español y el aprendizaje de nuevas tácticas.


Desde entonces, todo ha cambiado y de aquellos contenedores casi como los de obra se ha pasado a contar con campamentos más equipados. Entonces, la tropa dormía de seis en seis en tres literas y a última hora del día se reunían muchos más para compartir vivencias. No era tan fácil el contacto con la familia y además de las llamadas telefónicas casi diarias abundaban las cartas en papel repletas de historias de amor y las fotos de las novias en las taquillas. Pero, ¿quiénes eran los buenos? Veinte años después ninguno sabe responder. Quizá ellos, los que sembraron la paz.

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