La felicidad entre las manos

Salió corriendo del bosque donde había pasado la tarde con sus amigos, para llegar a orillas de la laguna de Orihuela, y de repente frenó en seco. Allí, rodeada de gente estaba ella. En ese instante supo que era el amor de su vida.


Los ojos de ella se posaron sobre los de él y el tiempo se paró. Ambos se habían enamorado locamente y enseguida supieron que lo suyo sería para siempre. Pero lo que nadie les dijo es, que un para siempre puede durar un segundo y que lo que él realmente vio era un reflejo de ella antes de desaparecer, una chica tirada en el suelo, ahogada, muerta y deseando huir.


Aquella laguna era cristalina, tan cristalina como las lágrimas que corrían por el rostro de él. Ella, vestida de blanco, sabía que había encontrado la felicidad eterna; Él, vestido de gris, vio cómo la vida y la felicidad se le escapaba entre los dedos. En ese momento se volvió un hombre huraño que terminaría quitándose la vida en esa misma laguna para volver a encontrarse con ella, su amor.

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