Soy consciente de ser reclamo visual por mi arquitectura, muchos vienen solo para verme, incluso estudiarme. No fue ese el cometido para el que fui creada. Alguien cortó el paso, disfrazó de accidente lo ocurrido en aquel puente, dejando mis vías sin sentido, alejando la vida cotidiana de un mundo viajero y fronterizo que ya no existe. El beneficio económico desviado a otros vértices me dejaba a solas. Añoro aquella época entre la gente y maletas acartonadas, el brillo de un oro camuflado por los cambios de vía y vagones de metal oscuro.

Aun recuerdo el transporte de wolframio, el implacable sonido del calzado de un nacional socialismo que se acercó hasta mis andenes. Y aquí estoy yo, en ocasiones soy plató de un cine ya rancio o un lugar de investigación histórica para dar relatos vivos a noveles escritores. Vivo muerta entre arañones y montañas. Esperando ese día en el que vuelva a mis venas de hierro sangre de nuevos viajeros que den sentido a mi escenario.