Procesado por enseñar palabrotas a los loros

El vendedor enseñaba a sus loros a soltar palabrotas mediante una cinta magnetofónica porque en Egipto los loros mal hablados se venden mejor y más caros que los comedidos.

Página con la crónica publicada en Heraldo de Aragón
Página con la crónica publicada en Heraldo de Aragón

Reportaje publicado en HERALDO DE ARAGÓN el 30 de julio de 1965, enviado desde El Cairo (Crónica especial para Agencia «Fiel»).


Los loros desempeñan un papel importante en la vida privada de los árabes. El loro está considerado como un ave sagrada puesto que Alá le concedió el don de la palabra. Los loros están cayendo muy bajos. El otro día, un inspector de policía que atravesaba una calle frecuentada en El Cairo, oyó pronunciar en alta voz palabras obscenas y groseras.


Se acercó. El delincuente era un loro metido en una jaula. El hombre a quien pertenecía el ave estaba negociando su venta con un aficionado. Sin más, el policía siguió su camino.


Al día siguiente, el mismo policía, al pasar por idéntica calle, se quedó bastante sorprendido al oír unas palabrotas tan repugnantes como el día anterior.


Era el mismo mercader con otro loro tan desvergonzado como el precedente.


El policía se aposentó en un café próximo para seguir los manejos del personaje, que le pareció bastante sospechoso.


Entretanto el vendedor de loros había colocado su mercancía y se alejaba. El policía decidió seguirlo lentamente.


Algunas horas más tarde, una incursión de la policía en el domicilio del vendedor de loros descubrió el pastel. El comerciante en loros mal hablados tenía allí toda una colección de papagayos a los que "'educaba” en el arte de soltar palabrotas mediante una cinta magnetofónica.


El asunto debía ser bastante lucrativo, dado el número de loros en curso de instrucción.


Procesado por delito público contra el pudor, el mercader, para disculparse, declaró ante el Tribunal que los loros mal hablados se venden más fácilmente y mucho más caros que los loros comedidos.


El juez ha aplazado su decisión después que el abogado defensor del mercader acusado presentó el sutil argumento de que su defendido no podía ser considerado responsable de unas expresiones que había enseñado a los loros en un lugar cerrado y para ser repetidas en privado.


Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de HERALDO DE ARAGÓN

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