Pueblos después de la mina

Varios municipios de Teruel han perdido hasta un 15% de población en apenas tres años por el retroceso del carbón.

La máquinas extraen carbón en la mina de Samca en Ariño.
La máquinas extraen carbón en la mina de Samca en Ariño.
Antonio garcía./Bykofoto

De 893 habitantes a 775. El caso de Ariño podría ser -y de hecho lo es- un ejemplo más sobre cómo muchos pueblos de corte medio y pequeño han ido perdiendo población gradualmente sin que ningún intento por evitarlo surtiera efecto. Pero su caso se acentúa si se sabe que esta perdida de vecinos se ha concentrado en apenas tres años debido a la crisis del carbón.


Desde el 2012, año en el que los problemas del carbón empezaron a acrecentarse con multitud de planes de cierre y nuevos requisitos para su continuidad, la minería ha atravesado una de sus épocas más duras en Aragón. El cierre de la mina de Mequinenza el año pasado puso en la lista al último municipio en perder su mina. Pero ya hay fecha y nombre para el siguiente, que precisamente será Ariño, donde en 2016 está planteado el cierre de su mina de interior, la última que quedaba en la Comunidad.


“Ha pasado el tiempo y seguimos igual que cuando conocimos que iban a cerrar la mina”, explica el alcalde del municipio, Joaquín Noé trabajador precisamente del pozo. Aunque los trabajadores dan por hecho que habrá opciones de recolocación en otros proyectos del grupo Samca, la incertidumbre siempre está presente. “En la actualidad hay unos 130 empleos dependientes de la mina. No se pueden absorber tantos en una de cielo abierto, que son las únicas que van a quedar”, señala Noé.


El descenso en la población de Ariño fue de la mano de la menor producción de su mina y el anuncio de su cierre. Desde hace tres años varias familias de mineros polacos dejaron el pueblo para volver a su país en vista de las malas previsiones. Ahora, la duda está también en qué futuras opciones podrá ofrecer el pueblo a su población más joven.


En septiembre del año pasado se inauguró su hotel-balneario, y de momento parece estar funcionando. “Hemos llegado a tener picos de 44 personas del pueblo ocupadas, que es mucho, pero lo ideal sería que, visto que va bien, pudiéramos ampliarlo”, señala el alcalde.


El caso de Ariño no es sin embargo el único. Otros pueblos mineros como Estercuel también han perdido un 15% de su población en estos últimos años tras el cierre de sus explotaciones, más de 40 personas para un pueblo de apenas 230 vecinos. En Escucha, también se ha descendido de la simbólica cifra de 1.000 vecinos tras el cierre de su central en 2012.

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