El Servet ofrece una luz a pacientes con cáncer en hígado que estaban desahuciados

Un cirujano ha tratado 18 casos con una técnica que puede alargar la esperanza de vida y evitar la insuficiencia hepática, aunque no sirve para todos los afectados.

El Servet ofrece una luz a pacientes con cáncer en hígado que estaban desahuciados
El Servet ofrece una luz a pacientes con cáncer en hígado que estaban desahuciados
Heraldo

Los griegos ya sabían que el hígado podía regenerarse. Y lo contaron al mundo a través de su mitología: Prometeo, el titán amigo de los mortales, robó el fuego de los dioses para dárselo a los hombres y fue cruelmente castigado por Zeus. El dios de dioses envió un águila (hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de Prometeo. Pero la crueldad de la mortificación era tal, que su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día.


La historia, claramente ficticia, esconde, sin embargo, una gran verdad. Como muestra, una técnica que el hospital Miguel Servet lleva a cabo y que está indicada para algunos casos de pacientes con cáncer colorrectal que ha hecho metástasis en el hígado (es decir, ha migrado hacia este órgano). Estas personas suelen tener muy mal pronóstico, ya que casi la totalidad de su hígado está invadido de tumores. Por eso, en muchos centros sanitarios ni siquiera intentan operarlos.


No obstante, no es una técnica infalible ni libre de riesgos: el 15% de los que se someten a ella tienen riesgo de morir. Pero es una opción nueva que gana enteros entre los expertos internacionales.


El procedimiento consiste en quitar la mayor parte del órgano y dejar una pequeña zona, que representa el 20% del volumen total o menos, y que está sana y puede cumplir su función. Eso sí, la clave es hacerla crecer lo suficiente como para lograr este objetivo.


Al frente de la técnica en el Servet está el cirujano Alejandro Serrablo, jefe de sección de la Unidad Hepatobiliopancreática. Él comenzó a practicarla en 2012 y desde entonces ha tratado 18 casos, aunque no todos en Zaragoza, ya que le llaman desde otras ciudades y países.En dos fases

La intervención se hace en dos fases con un intervalo de entre una semana y diez días entre una y otra. Y esta es una de sus novedades: hay otra parecida que se realiza pero con entre uno y dos meses de impass, lo que hace que algunos pacientes empeoren y no puedan someterse a la segunda.


En la novedosa, el hígado se divide (de forma figurada) en ocho segmentos, de los que solo acabarán quedando uno o dos. Se separa la zona con más carga tumoral haciendo un split (se conoce así al procedimiento para dividir el órgano) aunque, de momento, no se retira.

Se hace que todo el flujo de la vena porta se dirija solo a la zona sana (y pequeña) del hígado, que también se limpia a fondo si tuviera algún foco tumoral. Con el split, además, se evita que las conexiones entre los dos segmentos se bloqueen.


La intervención, que dura entre 4 y 5 horas, termina. En el interior del paciente, al tener de repente tanta cantidad de flujo en la zona pequeña, el hepatocito (que es la célula principal para regular las funciones del hígado), se vuelve más joven; crece y se hincha, y esto hace que la parte sana crezca exponencialmente y tenga un tamaño que evite la insuficiencia hepática postoperatoria. La zona con metástasis, mientras, sigue recibiendo oxígeno.


Varios días después, un radiólogo experto (en este caso el doctor Jesús Sarriá) hace un estudio para comprobar que la parte sana ha crecido lo suficiente. Y cuando es así (entre 7 y 12 días después de abrir la primera vez), en una intervención de unos 45 minutos, se separan definitivamente las dos partes y se extrae la zona del hígado que era imposible de recuperar.Una oportunidad

Solo se han hecho 450 casos en el mundo, y Serrablo fue uno de los escasos 20 cirujanos con experiencias publicadas que asistieron a un congreso en Hamburgo para auditar la técnica.


Es un modus operandi joven, y se ha visto que puede ofrecer supervivencias de hasta tres años, pero es necesario seguir investigando y estudiando el recorrido de los pacientes. Alejandro Serrablo, no obstante, se siente orgulloso de uno de los avances más importantes: "Antes operábamos según pronóstico: edad del paciente, marcadores... y ahora se hace con posibilidad técnica. El carné de identidad es diferente en cada tumor y si se puede quitar y mantener vivo al paciente, se hace; lo que le da una oportunidad", explica el especialista.

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