Aragón reduce solo un 0,2% sus emisiones tras 10 años de lucha contra el cambio climático

La Comunidad consiguió rebajar por primera vez sus emisiones con respecto a 1990, pero tiene difícil cumplir con los objetivos en los próximos años.

El glaciar de la Maladeta en 1999 y 2007
El glaciar de la Maladeta en 1999 y 2007
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En solo dos semanas, el próximo 30 de noviembre, el mundo volverá a poner encima de la mesa uno de los asuntos que más quorum encuentra -al menos a la hora de enumerar buenas intenciones- por parte de la ciudadanía y los organismos internacionales. Y lo hará en París, ciudad que pese a los cruentos atentados del pasado viernes ha decidido mantener la cita, según explicó el gobierno galo, por la importancia de la reunión. Más de 120 presidentes de gobierno y jefes de Estado se reunirán en la capital francesa en el marco de la COP21, la enésima cumbre internacional contra el cambio climático que, esta vez sí, parece encaminada a encontrar un acuerdo global para reducir considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero a partir de 2020 que suceda a los prorrogados protocolos firmados en Kioto hace ya casi veinte años.


Una carrera global contra el aumento de las temperaturas y la contaminación acelerada en los últimos meses por los avisos de numerosos expertos y grupos internacionales que alertaban de “un punto de no retorno” de no tomar medidas, y que Aragón ha intentado recorrer, como toda España, dejando un reguero de aprobados raspados y sombras sobre su capacidad para reducir sus emisiones.


Según los últimos informes publicados, la Comunidad entró en el 2014 con la buena noticia de haber conseguido reducir por primera vez sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI, de los cuales el más importante es el dióxido de carbono) con respecto a 1990, el año base marcado para las mediciones. Aunque lo hizo con dos peros importantes. La reducción tan solo fue de un exiguo 0,2% y esta estuvo condicionada por el parón de la economía a raíz de la crisis, lo que augura que en los próximos años, paradójicamente, si la recuperación se consolida, volverán a aumentar.


“En estos años, y a pesar de la crisis, podemos decir que cada vez son más las empresas que se han interesado por implementar medidas contra el cambio climático y ser más transparentes a la hora de publicar su huella de carbono. Esto se debe, además de a la concienciación, a que conforme pasa el tiempo más se pone de manifiesto que el cambio climático puede incidir también en muchas actividades económicas. Además de que reducir contaminación, va de la mano de ser más eficientes y reducir costes”, explica Cecilia Foronda, directora de cambio climático en la fundación ECODES. Por contra, su opinión no es la misma para la administraciones, especialmente para el Gobierno Central, “que ha dejado en buena parte de lado sus actuaciones en los últimos años”, señala.


Los datos y el recorrido histórico son evidentes. Los protocolos de Kioto -aprobados en 1997 pero puestos en marcha en 2005- permitían a España seguir aumentando sus emisiones en un 15% para el periodo 2008-2012 partiendo de la base de que, en el momento de su firma, España, al igual que Portugal o Grecia, estaban en una época de amplia expansión económica. Para el conjunto de los estados firmantes, sin embargo, el compromiso era reducir sus emisiones un 5% en su conjunto. Llegado el momento de rendir cuentas, solo el parón económico logró lo que se veía como casi imposible: en 2007, justo antes de la recesión, España emitía un 52% más de GEI que en 1990, porcentaje que comenzó a bajar con el descenso de la actividad hasta quedarse en un 24% de incremento. El desfase restante para cumplir con Kioto se subsanó gracias a la compra de derechos de emisión a Polonia. No era la primera vez que se usaba este mecanismo avalado por el propio acuerdo. Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, España gastó 800 millones de euros en la compra de derechos entre 2008 y 2012.


“Las cuotas para España deberían haber sido revisadas años después para adaptarse a la media europea, y aunque no se hizo, esto no evitó que no se tomaran medidas para controlar el aumento”, denuncia Saturnino Barbé, miembro de Ecologistas en Acción en Aragón.


En el caso de Aragón, la curva es la misma pese a estar ligeramente mejor que la media española. Aunque la Estrategia Aragonesa para el Cambio Climático preveía medidas importantes, las emisiones de GEI se dispararon al igual que en el conjunto de España un 40% en 2007, reduciéndose posteriormente por la caída de la actividad económica. Pese a esto, Aragón tampoco cumplió con la primera condición marcada en Kioto, ampliando sus emisiones en un 18,2% entre 2008 y 2012. Una tendencia que no obstante, al mantenerse, sí que ha permitido a la Comunidad lograr en el último conteo rebajar sus emisiones por primera vez con respecto a 1990.


Pero la carrera sigue, y ahí es donde aparecen las dudas. Para 2020 la Unión Europea se marcó el objetivo de reducir sus emisiones en un 20% en conjunto, meta que la UE va camino de cumplir, aunque sea a costa de España y otros estados como alumnos rezagados. Y es que, debido a la vinculación del descenso con el parón económico, expertos y grupos ecologistas creen que es muy posible que la Comunidad vuelve a la senda anterior y tenga que trabajar duro para cumplir los próximos compromisos.


Pese a que el Ministerio aún no ha cerrado el inventario de gases emitidos durante 2014, hay dos indicadores que ya trazan esta tendencia en Aragón. Los inventarios de emisiones de CO2 en la ciudad de Zaragoza volvieron a crecer el año pasado tras tocar suelo en 2013, al tiempo que la central térmica de Andorra -señalada por los grupos ecologistas como el foco de un 20% de las emisiones de la Comunidad- aumentó el año pasado su producción en un 32% superando a la eólica como principal generador de energía de Aragón.


“El apoyo de las renovables es un punto fundamental en los protocolos de lucha contra el cambio climático, y de este Gobierno central, con la retirada de primas y el llamado 'impuesto al sol' que grava el autoconsumo, no se puede decir que lo haya potenciado”, señala Foronda, quien hace hincapié no obstante en la complicada tesitura de las comarcas dedicadas al carbón, donde los puestos de trabajo que mantienen necesitarían de nuevos nichos económicos.


Con todo esto, y conociendo ya la producción de la térmica durante el año pasado y las emisiones de Zaragoza, un informe de Ecologistas en Acción vaticina que en 2014 se volvieron a superar 17.000 kilotoneladas de emisiones en la Comunidad, lo que volvería a rebasar los datos de 1990 y obligaría a Aragón a reducirlas en torno a un 30% para cumplir con las próximas metas previstas por la UE.2015, camino de ser el año con las temperaturas más altas


En este marco, las consecuencias del cambio climático cada vez cuentan con más informes que alertan de que, pese a que una parte puede deberse a los propios ciclos de la Tierra, el factor humano ha reforzado considerablemente esta tendencia.


Como muestra, un informe publicado el verano pasado por la Universidad de Zaragoza dirigido por el catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio, José María Cuadrat, constataba que la capital aragonesa estaba pasando por su década más calurosa en 120 años, habiéndose elevado la temperatura en 1,6 grados. “El cambio climático es algo incuestionable. En nuestro informe lo que intentamos es poner datos y cifras a la evolución que habido en la ciudad de Zaragoza con un estudio de la serie histórica de los más extensos de toda España”, señala el catedrático.


A este respecto, los datos proporcionados por la Aemet en los que va de 2015 indican que el presente curso va camino de convertirse en el más caluroso desde que se tienen datos, superando al 2014, que ya rebasó muchos de los indicadores anteriores. La ola de calor que sufrió toda España durante el verano dejó en Zaragoza temperaturas medias durante julio de hasta cuatro grados por encima del verano anterior.


Un calentamiento que también tiene consecuencias ya palpables en algunas de las zonas naturales más preciadas de la Comunidad. Desde el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC) de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos se ha detectado un incremento de la temperatura media del macizo montañoso de 0,21 grados en el último decenio. Elevación que, aunque pueda parecer escasa, “puede suponer a la larga problemas muy importantes para la biodiversidad y también para las actividades de la zona”, según explica la responsable del Observatorio, Idoia Arauzo. Como ejemplo de esto, se señala el retroceso que han sufrido los glaciares pirenaicos a lo largo del último siglo, pasando de los 45 kilómetros que ocupaban en 1870 a los 5 en la década de 2000.

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