Novatadas: una violenta tradición

La película ‘Novatos’ del zaragozano Pablo Aragüés ha vuelto a poner de actualidad la necesidad de atajar prácticas en los colegios mayores tan censurables como aceptadas.

Fernando Torres, Pablo Aragüés y Loreto González-Dopeso, el pasado jueves en la Filmoteca.
Fernando Torres, Pablo Aragüés y Loreto González-Dopeso, el pasado jueves en la Filmoteca.
g. mestre

"Hace tres años no habría encontrado el valor para contar que sufrí novatadas. El sentimiento de inferioridad te acompaña y crees que cualquiera puede pisarte". Es el testimonio de una zaragozana, que se atrevió a hablar esta semana en la Filmoteca de Zaragoza. No precisó su caso. Pero se sintió segura en el foro en el que participaba, una tertulia sobre las novatadas que se celebró el jueves a raíz del estreno de la película ‘Novatos’, del zaragozano Pablo Aragüés. Otro de los asistentes sí fue más preciso: "Cuando tienes a 40 personas cantándote cancioncitas, te marca", lamentó.

En el escenario, la presidenta de la asociación nacional No Más Novatadas, la psicóloga Loreto González-Dopeso, trataba de arroparlos, de hacerles ver que no están solos. Lamentablemente, no hay datos que muestren a la sociedad la incidencia de estos actos, que antes proliferaban en los colegios mayores y que hoy, prohibidos en muchos de ellos, se han trasladado a las calles.

Siguen ligados al ámbito universitario, pero se relacionan más con el botellón y las fiestas al aire libre. El único estudio serio que se ha hecho en el país ha sido elaborado por la Universidad de Comillas. Pero al producirse en entornos tan cerrados, es complicado enumerarlos. Por este motivo, la asociación, que no tiene delegado en Aragón, pero sí asociados tanto en Zaragoza como en Teruel, trabaja en una implicación política para la causa.

"Hace poco más de un año, el Senado aprobó por unanimidad, el único tema de Educación apoyado por todos los grupos la legislatura pasada, una moción que insta al Gobierno a tomar medidas en contra de las novatadas", explica González-Dopeso. El pasado verano, además, se celebró un curso de verano de la Complutense en el Escorial centrado en esta materia.

A él acudieron varios senadores y la delegada del Gobierno para la violencia de género. Todos querían implicarse en una mayor protección a las víctimas y una mayor visibilidad del problema. "Les hicimos públicamente la petición de que se cree una comisión de estudio sobre las novatadas, pero ahora se van a celebrar las elecciones y hay que esperar a que se constituya la Cámara de nuevo y se nombren los nuevos cargos", cuenta la experta.

A pesar de que no disponen de números concretos sobre la incidencia de las novatadas en el país, lo que sí guardan es un registro muy confidencial de los casos que les llegan, ya sean de denuncias en primera persona o de gente que ha presenciado alguna novatada y llama para avisar. Y son decenas, a pesar de que mucha gente no habla por miedo al rechazo.

Permisividad y chantaje

Este es uno de los problemas que señala otro de los ponentes que viajó a Zaragoza, Fernando Torres, que dirigió ocho años el Colegio Mayor Jaime del Amo de Madrid y perteneció al Consejo Nacional de Colegios Mayores. "El problema es difícil de atajar porque hay mucha permisividad y todas las novatadas pasan por un chantaje. Y es difícil sobreponerse a él. Yo me opuse con claridad y ni siquiera las víctimas se pusieron de mi parte. El novato pasa por una especie de síndrome de Estocolmo, hay quien te dice que ha pasado el mejor momento de su vida".

El educador, hoy delegado en Madrid de No Más Novatadas, recuerda la expulsión de cuatro veteranos por obligar a un novel a ducharse, que a los quince días fueron recibidos con vítores y aplausos en la residencia.

La aceptación y la raigambre juegan en contra de una resolución. Tanto es así, que en ‘El buscón’ de Quevedo ya se relata una novatada, conocida como la gran nevada, en la que los veteranos forman un pasillo para escupir al principiante, que aún se reproduce en la actualidad. Y se conserva una carta que un grupo de estudiantes le escribió a Carlos III por las vejaciones que estaban sufriendo.

Además, es una costumbre que se practica en todo el mundo occidental. "No es para nada algo exclusivo de España, no hay más que ver las fraternidades de Estados Unidos. Y hay que preguntarse por qué se mantiene algo que solo busca humillar", se cuestiona Julio Martínez, presidente del Consejo de la Juventud de Zaragoza.

Mucho trabajo por delante

"Una cosa, solo por ser tradición, no tiene por qué ser aceptable moralmente –opina González-Dopeso–. Todos rechazamos las novatadas salvajes, pero también las hay leves y es un tipo de violencia muy normalizada". Según explica la psicóloga, obligar a beberse un vaso de vinagre o estallarle un huevo en la cabeza sería considerado ‘mobbing’ en el trabajo o ‘bullying’ en un centro escolar. "Afortunadamente, en estos campos hoy se trabaja mucho, pero ha sido una carrera de fondo. Por eso hay que ponerse manos a la obra también con las novatadas".

Mientras tanto, la asociación, que está en contacto con organizaciones similares en Francia, donde las novatadas están prohibidas por el Código Penal, recomienda al que sufra esta situación que lo cuente a alguien de confianza y lo denuncie ante el centro o el vicerrectorado y, en los casos que puedan constituir delito, a la Policía. De hecho, este año ya hay dos denuncias en vía penal. Pero, sobre todo, la presidenta de No Más Novatadas pide a los espectadores de estos actos que no colaboren. González-Dopeso espera que la divulgación y una mayor visibilización de su causa lleve las novatadas a ser consideradas un problema, en vez de una tradición.

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