Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Diez niños nacen al año en Aragón libres de enfermedades hereditarias

Las técnicas de diagnóstico preimplantacional evitan que los padres transmitan a sus hijos patologías graves.

Proceso de selección de embrión sano por la técnica del diagnóstico genético preimplantacional.
Proceso de selección de embrión sano por la técnica del diagnóstico genético preimplantacional.
Heraldo

David ha sido el primer niño aragonés nacido libre de la mutación del gen del cáncer de mama, pero durante los últimos años decenas de bebés han crecido sin desarrollar la grave patología que seguramente hubieran padecido si la ciencia no hubiera puesto su pequeño granito de arena. El hospital Miguel Servet de Zaragoza lleva a cabo cada año una media de 10 técnicas de diagnóstico genético preimplantacional para evitar que los padres transmitan casi con toda probabilidad a su hijo una enfermedad hereditaria grave, como hemofilia, síndrome X frágil o distrofia muscular de Duchenne.


El caso de David se ha hecho público porque es la primera vez que Aragón obtiene el informe favorable de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida del Ministerio de Sanidad para poder evitar una enfermedad que el niño podría o no desarrollar en un futuro (en esta ocasión, existe una posibilidad alta por las muertes en la familia).


Sin embargo, el jefe de Reproducción Asistida del Miguel Servet, Salvador García, recuerda que el centro no necesita la autorización de Madrid para practicar las técnicas de diagnóstico preimplantacional para evitar otras enfermedades graves que se ha demostrado que se heredan casi con toda probabilidad. «Lo que se ha conseguido ahora abre la puerta a que la comisión nacional autorice otros casos cuyos padres sean portadores de la mutación del BRCA2», explica el especialista, que reconoce que de momento al Servet todavía no ha llegado un caso similar al de David, cuyos padres acudieron a una clínica privada de la capital aragonesa.


La técnica de diagnóstico preimplantacional consiste en analizar una célula de los embriones obtenidos por medio de una fecundación in vitro. Tras el estudio en laboratorio se consigue saber cuáles están ‘sanos’, que serán los que posteriormente se implanten en el utero de la paciente. Debido a la complejidad de la técnica, García señala que su éxito es de un 20%, la mitad del que se consigue con las fecundaciones in vitro convencionales. Sobre todo, porque las posibilidades de encontrar un embrión sano son más limitadas.


El Servet incorporó las técnicas de fecundación in vitro en el año 1988. En los últimos años lleva a cabo una media de 600. La demora media para acceder a estos tratamientos es de dos años, aunque García insiste en que es el tiempo estimado desde que la paciente va por primera vez a la consulta del ginecólogo a plantearle sus dificultades para quedar embarazada.

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