Los vecinos de Bello se quedan sin agua de boca por problemas de contaminación y cloración

El alto contenido de nitratos impide beber del grifo y los contenedores instalados por
la Diputación no ofrecen garantías. La población reclama la puesta en marcha de una nueva captación.

Pilar Terrado, vecina de Bello, cocinando con agua embotellada.
Pilar Terrado, vecina de Bello, cocinando con agua embotellada.
Antonio García/bykofoto

Los vecinos de Bello están indignados por los sucesivos problemas que afectan al abastecimiento de agua del municipio y que han provocado que desde el pasado miércoles se hayan quedado sin agua de boca. Los habitantes, algo más de 200, se han visto obligados a hacer acopio en sus casas de agua embotellada para poder beber y cocinar. Como en la localidad no hay tienda de alimentación, tienen que desplazarse a Calamocha, a 21 kilómetros de distancia por carreteras secundarias, con el fin de adquirir la bebida esencial.


Desde hace años, según relata el alcalde de Bello, Jaime Barrado, el agua corriente del pueblo presenta niveles de nitratos –un contaminante perjudicial para la salud– muy por encima del máximo admisible, fijado en 50 miligramos por litro. Para mejorar la situación, habida cuenta de que en el municipio están surgiendo iniciativas turísticas, el Ayuntamiento solicitó la pasada primavera a la Diputación Provincial de Teruel la instalación en el casco urbano de unos contenedores de agua potable de los cuales los vecinos han venido suministrándose todo el verano. Los bomberos, mediante camiones cisterna, han sido los encargados de reponer el agua cuando esta se acababa.


Barrado explicó que, sin embargo, un reciente análisis del agua de estos contenedores reveló que el cloro se evaporaba con relativa facilidad y que, por tanto, tampoco este suministro ofrecía garantías de calidad, a no ser que cada uno de los bidones fuera dotado de un sistema automático de cloración permanente. Así, estos depósitos han sido vaciados ante las dudas sobre la salubridad del agua.

"Es un problema grave"

"Hace tiempo que todo esto debería estar solucionado; pagamos unos impuestos muy altos y a pesar de eso no bebemos agua de calidad", se quejó Andrés Ruiz, vecino de Bello. Su esposa, Pilar Terrado, subrayaba los inconvenientes de no poder utilizar el agua del grifo para beber y cocinar. "Es muy mal rollo no tener agua buena. Siempre hay que estar pensando en que la de botella no se acabe, porque se crea un problema grave en las casas", dijo.


Otro vecino, Tomás Muñoz, protestó porque, a su juicio, el pueblo paga una elevada cantidad de dinero cada año para que las aguas residuales sean depuradas antes de llegar a la laguna de Gallocanta, un humedal cercano conocido por recibir cada año la visita de miles de grullas. "Parece que importa más el agua para las aves que para las personas", dijo. El hombre explicó que parte de la población estudia crear una plataforma de protesta para conseguir que la Administración "se tome el problema en serio y busque una solución definitiva".


Para el alcalde de Bello, esta solución es traer el agua de un pozo localizado a unos siete kilómetros de la localidad y cuyo caudal es abundante y está libre de contaminación por nitratos. El alto coste de esta infraestructura, en torno a 500.000 euros, es el escollo que hay que salvar para hacerla realidad. Según indicó Barrado, el Consistorio ya ha destinado 60.000 euros a la realización de los trabajos previos, "pero nos faltan 440.000 euros más y nosotros no tenemos forma de afrontarlos".


La población espera que esta semana la Diputación de Teruel instale en Bello una máquina desnitrificadora, lo que permitiría a los vecinos tener, al menos, un punto de toma de agua de calidad. Además, el Ayuntamiento pedirá al organismo provincial que subvencione el consumo de agua embotellada por parte de los habitantes hasta que el suministro en las casas sea potable

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