El aeródromo de Santa Cilia genera unas 8.000 pernoctaciones tras aumentar los vuelos

El aeródromo de Santa Cilia ha alcanzado este mes las 9.000 operaciones, la misma cifra de todo el año 2013, que fue el último gestionado directamente por la empresa pública de la DGA, Turismo de Aragón. Fue antes de que el año pasado se externalizara el servicio y asumiera la gestión la empresa Fly-Pyr Santa Cilia, nacida del aeroclub Nimbus. Como consecuencia de este aumento de actividad, el número de pernoctaciones que genera se cifra en unas 8.000, contando una media de 10 días de estancia y 2,5 personas por piloto, ya que la mayoría llegan en familia y de países extranjeros.

Con todo, el director gerente de la empresa gestora, Luis Ferreira, indica que aunque se han conseguido los datos esperados y se han superado los de 2013, "la actividad no va a ser nunca económicamente rentable sin la implicación de las instituciones". Es más, compara a menor escala esta actividad con la de las estaciones de esquí, donde dice que importa más la repercusión económica que generan a su alrededor que la rentabilidad de la propia actividad. Ferreira hace este apunte tras cumplir un año desde que asumiera la gestión después de ganar un concurso público para nueve años, con una ayuda del Gobierno de Aragón comprometida para los dos primeros.

El aeródromo despedirá hoy con una jornada de puertas abiertas la temporada alta, que dura desde el 30 de marzo al 30 de septiembre. Un globo aerostático del Real Aeroclub de España se instaló ayer en la Ciudadela de Jaca como reclamo para que vecinos y visitantes se acerquen hoy al aeródromo a conocer las instalaciones y disfrutar de vuelos gratuitos en tres aviones acrobáticos y un planeador del Real Aeroclub de España. Además, habrá una concentración con casi un centenar de aeronaves, planeadores, aviones históricos, acrobáticos y ultraligeros. Aunque está abierto siempre de orto a ocaso, se espera que el público se anime a partir de las 9.00.

No obstante, aunque la actividad baje en octubre, las instalaciones permanecen abiertas todo el año. De hecho, hasta ahora ha habido 181 días de actividad y se espera alcanzar a finales de año los 250 días. De este modo, según las cifras del Real Aeroclub de España, la actividad del aeródromo solo es superada por el Aeroclub Barcelona-Sabadell, apunta Luis Ferreira.

En estos primeros nueve meses del año, se han sumado 4.000 horas de vuelos sin motor y otras 500 con motor, por los aviones remolcadores. Además, se han recibido 120 aviones, tanto ultraligeros como aeronaves. La mitad de los usuarios del aeródromo son nacionales –han llegado de todas las Comunidades Autónomas– y la otra mitad, del resto del Europa. En total, más de 400 pilotas han llegado de Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos y Finlandia, principalmente, pero también de Irlanda, Alemania, Suiza, Lituania, Austria y Suecia. Por ejemplo, un club de Finlandia permanece durante dos meses, ya que traen la avioneta por carretera y después se van turnando los diferentes socios, detalla Ferreira. También han llegado de Estados Unidos, Argentina, Chile y Venezuela. Ademas, en su mayoría llegan acompañados por sus familias y las estancias acostumbran a ser largas.

También ha habido 150 personas que han disfrutado de su vuelo de bautismo en Santa Cilia, es decir, la primera vez que se han subido a un planeador con un instructor para enseñarles. De hecho, algunos de ellos han decidido iniciar la formación específica, ya que Fly-Pyr ofrece entre sus servicios el de escuela de piloto de planeador. No obstante, la actividad más demandada ha sido un viaje de una hora de vuelo para ver el Pirineo desde el aire, desde el Pico Aspe, con un precio de 180 euros por persona.

El aeródromo ofrece además del servicio de recepción de avionetas y ultraligeros, uno de los pocos talleres de reparación de planeadores y motoveleros que existen, que se puso en marcha en julio. Por ello, además del gerente, trabaja el empleado del taller, uno de mantenimiento, un remolcador y los tres que se ocupan del bar, además de los instructores del club Nimbus, que son los voluntarios que se encargan de los vuelos.