El retorno de pinturas de Sijena, una obligación pendiente desde hace más de medio siglo

Un escrito de la Dirección General de Bellas Artes comunicó en 1961 al Museo de Barcelona el "deber" de devolver las obras a Huesca o Zaragoza. Lanzuela entregará mañana una copia a Lambán.

El permiso que recibieron era solo para restaurar pinturas de Sijena, nunca para quedárselas. Según se acaba de conocer ahora, la autorización formal que recibió Cataluña en 1961 para restaurar "todas las pinturas murales" que quedaban en el monasterio de Sijena incluía también el deber de "depositarlas en el Museo de Huesca o en el de Zaragoza" una vez acabados los trabajos.


Hasta ahora, la DGA no tenía conocimiento de este acuerdo, por lo que tampoco lo ha utilizado como argumento para reforzar su defensa judicial. Esta circunstancia podrá cambiar esta semana. El expresidente de Aragón Santiago Lanzuela entregará una copia de esa resolución oficial en persona al actual responsable del Pignatelli,Javier Lambán.


La autorización para restaurar los bienes se hizo expresamente al Museo de Arte de Barcelona, que en aquella época era de los pocos con capacidad para afrontar esa tarea en buenas condiciones. El centro –ahora denominado Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC)– cumplió con la primera parte del acuerdo (la restauración), pero nunca la segunda (la devolución).


El acuerdo –firmado por Francisco Íñiguez, un reconocido arquitecto que en ese momento era alto cargo de la Dirección General de Bellas Artes del Gobierno franquista y que había ostentado un puesto similar durante la II República– refrenda otras dos resoluciones ministeriales de 1941 y 1951 que ordenaban devolver las valiosas pinturas murales expoliadas de la sala capitular sijenense, que también acabaron en la Ciudad Condal. Íñiguez, entonces comisario general del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, era de hijo de madre aragonesa y fue además el responsable de la restauración del palacio de La Aljafería.


La actuación de la Dirección General de Bellas Artes en 1961 llegó unos meses después de que personas vinculadas al museo de Barcelona hubiesen actuado ya por su cuenta "arrancando" las pinturas que todavía quedaban en el deteriorado monasterio de Sijena. El documento oficial –que lo que traslada es el deber después de su restauración de depositar esos bienes en un museo de Zaragoza y otro de Huesca hasta que se decidiese "su instalación definitiva"– ya fue entonces fruto de años de insistencia de Aragón.


"Siempre hubo gestiones"

Según explica el expresidente Lanzuela, diferentes instituciones aragonesas llevaban desde 1939 actuando dentro de sus posibilidades para conseguir la vuelta de los bienes. "No es cierto que Aragón tuviese desidia por su patrimonio, siempre se hicieron muchas gestiones" para conseguir su vuelta, afirma.La cuestión es que Aragón siempre lo hizo por la vía legal, en vez de por la de los hechos, como actuaron desde Cataluña.


Al citar 1939 como inicio de la reclamación formal, Lanzuela aludía a un acuerdo que tomó la Comisión Provincial de Monumentos de Huesca. Esta solicitó a los museos catalanes que devolviesen el patrimonio oscense que habían ido llevándose.


Se da la circunstancia de que varias de las pinturas a las que hacía referencia el documento ahora conocido acabaron siendo compradas a las monjas por el MNAC en 1994, junto con otras piezas de Sijena. Esta transacción, así como otras dos llevadas a cabo por la Generalitat, fueron anuladas el pasado mes de abril por una juez, que ordenó su devolución. La fecha de la esperada entrega está en el aire porque Cataluña ha presentado un conflicto de competencias que debe resolver el Tribunal Supremo.

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