Tiempo de rectificar

Leganés y Córdoba han puesto en evidencia en una semana la limitada capacidad de creación de juego que posee el actual Real Zaragoza. Popovic ha de buscar alternativas y planes diferentes.

Ranko Popovic, anteayer sábado, da órdenes en la banda de La Romareda.
Ranko Popovic, anteayer sábado, da órdenes en la banda de La Romareda.
asier alcorta

En solo seis días, a lo largo de los dos últimos partidos de liga, el Leganés y el Córdoba han desnudado los defectos que presenta el la generación de fútbol creativo y ofensivo en el actual Real Zaragoza.


Asier Garitano y José Luis Oltra, los respectivos entrenadores de estos dos últimos adversarios, han recurrido al mismo método: la presión constante a la salida del balón, desde la misma defensa zaragocista y, por derivación, la obtención de una superioridad numérica en la zona media. A través de este mecanismo desactivador, madrileños y andaluces lograron acogotar a los dos pivotes zaragocistas (Wilk y Dorca como titulares, con Morán como recambio). También lograron anular por aislamiento al mediapunta (Aria Hasegawa en Butarque, Pedro en La Romareda y Ortuño como sustituto en ambos casos). Y, por supuesto, obligaron de este modo a los dos centrales zaragocistas, Rubén y Cabrera, a ser los lanzadores del juego de ataque con pases largos –imprecisos todos ellos– y con apoyos en los laterales, Marc Bertrán y Rico, casi siempre estériles en el avance hacia el área contraria.


Así de sencillo ha resultado desactivar el esquema táctico zaragocista para Leganés y Córdoba. Solamente apostando por un buen despliegue físico de sus delanteros y mediapuntas en tareas defensivas de presión y taponamiento y con un posicionamiento adelantado de todas las líneas. Reduciéndole los espacios de tránsito del balón, al Real Zaragoza le resulta un calvario generar una jugada hilvanada desde atrás. No tiene un cerebro en la medular dentro de su plantilla. Y necesita de al menos un central capaz de salir con la pelota jugada con cierto criterio. Además, requiere que los tres mediapuntas acudan a recibir los pases que alguien geste atrás con mejores y más amplias vías de acción, eludiendo el pegajoso marcaje de los zagueros rivales.


Leganés y Córdoba han tenido el mando del juego en la mayor parte del tiempo de los últimos dos partidos. Su sencilla apuesta ha sido suficiente para denunciar que el Zaragoza necesita una urgente rectificación en actitudes, disposiciones estratégicas y planteamientos tácticos si quiere ser solvente ante equipos que le presionen en su motor de arranque. Garitano y el Leganés fueron los primeros que descubrieron las carencias zaragocistas. Oltra y el Córdoba se limitaron a copiar la propuesta. Tal y como funciona el fútbol actual, a estas horas el resto de los rivales son ya conocedores de todos estos matices y, con las pruebas en la mano, van a combatir y atacar al equipo de Popovic por los mismos flancos y con las mismas armas.


El entrenador zaragocista está obligado a buscar un plan B. Quizá también un C. Su propuesta inicial, ensayada con éxito en los últimos amistosos de pretemporada (victorias ante el Osasuna en Lerín por 0-1 y por 3-0 ante la

Real Sociedad en La Romareda) y llevada a cabo con buenas prestaciones en los dos primeros choques oficiales ante Mirandés (1-1) y Almería (3-2), se ha gripado en varias de sus piezas. Los rivales también cuentan y, tras la nebulosa del alboroto estival, a estas alturas los equipos ya empiezan a tener cara, virtudes y defectos. La semana viene interesante en este sentido. El equipo aparece ahora muy vulnerable. El momento sugiere movimientos en el once inicial, oportunidades para gente del banquillo. La pizarra reclama nuevas trazas.

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