El partido contra el líder Osasuna, primera urgencia

El Real Zaragoza se queda sin margen de error el próximo domingo en La Romareda tras la dura derrota con el Córdoba.

Cabrera lamenta con un grito el fallo de un gol ante el Córdoba en un cabezazo alto tras una falta.
Cabrera lamenta con un grito el fallo de un gol ante el Córdoba en un cabezazo alto tras una falta.
A. ALCORTA

De haber ganado el sábado al Córdoba, el Real Zaragoza ocuparía ahora la 3ª posición en la tabla clasificatoria igualado con el Numancia y el Lugo con 8 puntos. Por el contrario, la derrota ante los andaluces, tan inesperada como dolorosa, lo ha precipitado al puesto 14º.


Es el radical y negativo efecto de 90 minutos de juego muy defectuoso del bloque que dirige Ranko Popovic. Apenas hora y media de fútbol de hojalata que ha desembocado en un panorama inmediato totalmente opuesto al que se aventuraba de haber doblegado a los cordobeses. Un rival que llegaba a La Romareda con síntomas de crisis (tres derrotas consecutivas, dos en liga y una en Copa) y al que, con el buen precedente del estreno ante el Almería dos semanas atrás, el zaragocismo soñaba con superar para auparse a la zona noble de la clasificación de Segunda.


Una derrota de este formato, a contrapié y causando una gran decepción a la hinchada en el feudo propio cuando la competición está aún naciendo, genera urgencias inmediatas al equipo que la sufre. Especialmente si, como es el caso del Real Zaragoza, su vocación es la de ocupar en junio una de las dos primeras posiciones en pos del ascenso directo.


Ganar al Córdoba hubiese consolidado el buen arranque de curso que sustentaban las tres primeras jornadas, con un triunfo ante el Almería (3-2) y sendos empates a domicilio en Miranda y Leganés, ambos 1-1. El equipo luciría hoy su vitola de invicto, que solo portan el Lugo y el Numancia, y la moral estaría en alza. Se habría confirmado el crucial factor de hacerse fuertes en casa tras haber pasado por aquí dos recién descendidos de Primera. Sin embargo, la derrota ante el cuadro andaluz ha basculado al Zaragoza hacia los terrenos contrarios, del blanco al negro sin pasar por el gris. De la esperada y deseada situación ilusionante a un estatus nervioso en el que no cabe, bajo ningún concepto, otro tropiezo consecutivo.


Todo se acentúa porque la revancha no llega como visitantes. Esta vez no hay un colchón de 15 días hasta la siguiente aparición ante el foro de La Romareda. El capricho del calendario hace que el próximo partido, el de la 5ª jornada, sea de nuevo en el estadio blanquillo. El domingo que viene, a las 12.00, llega el Osasuna, líder sorprendente con 9 puntos, para dirimir un duelo de rivalidad vecinal, siempre de incierto pronóstico.


De repente, el traspié ante el Córdoba ha cargado de materia explosiva esos 90 minutos que aguardan ante los navarros. Al Real Zaragoza solo le sirve la victoria para eludir la inmersión en un socavón anímico de incalculables consecuencias ulteriores. Plantear en hipótesis cualquier otro marcador que no sea el triunfo ante los osasunistas dibuja con claridad lo que el renovado equipo zaragozano se juega dentro de seis días. ¿Cómo podría hacerse la digestión de dos derrotas seguidas en casa si el Osasuna se lleva los 3 puntos? ¿De qué modo podría justificarse la suma de un solo punto de 6 puestos en juego en La Romareda consecutivamente en caso de empate con los rojillos? Las dos respuestas son muy nocivas para el vestuario en caso de que tuvieran que acometerlas si tales hechos se acabasen consumando.


Por todos estos detalles logísticos, propios del prematuro momento de la liga que discurre ahora mismo, el varapalo ante el Córdoba supone bastante más que la mera pérdida de un partido y de 3 puntos que se han esfumado en un mal día. Automáticamente, este fiasco rodea de obligaciones a los jugadores y técnicos zaragocistas en el inminente duelo frente al Osasuna. Es una primera prueba de madurez para un equipo aún sin cuajar.

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