Reyes Monforte: "A lo mejor no quedan heroínas como las de antes"

¡Y como el de Javier Moro, que es ‘Pasión india’!

¿En qué se diferencian las pasiones turcas de las rusas?

Que es rusa, que mola más, me va a perdonar Antonio Gala. (Risas) Es más intensa, más contradictoria, más racial, más de nervio... Así es el alma rusa, no podría llamarse de otra manera.

Y ¿de qué hace gala usted?

De buscar historias y de encontrarlas. ¡Tengo mucha facilidad para encontrarlas!

Pues ¡qué suerte!

Me decía Javier Moro: "Cómo te odio, ¿cómo has encontrado esta historia?". ¡Es que hay que mirar! Igual que lo mejor que te pasa en la vida es lo que no te esperas, con las historias, lo mismo.

Y ¿qué le apasiona, además de la escritura?

A mí me vuelve loca una historia de amor. Y, al final, todo es una historia de amor. Incluso la historia de la I Guerra Mundial lo fue, aunque fracasada.

De hecho, usted escribe a menudo de complicadas historias de amor. ¿No las hay simples?

Buenas, no. Las verdaderas, las que gustan, son las historias de amor apasionadas. Quizá no para vivirlas, pero ¿en una novela o en una película? ¡Las mejores!

Reyes, ¿qué reina en su vida?

Ahora mismo, la tranquilidad. Por fin respiro. Y, ahora que estoy de promoción, ¡el ajetreo!

¿Y en sus novelas?

Los personajes con fuerza. Y los extremos. Se pasa de lo muy bueno a lo muy malo. Es decir, la vida.

Y para escribir de extremos, ¿hay que ser extremista?

¡No! Hay que estar muy centrada para poder ver con claridad los extremos. Como seas radical, te sale ladeado hacia un lado.

¿Condiciona su forma de trabajar el hecho de ser superventas?

No. Ni siquiera cuando escribí el segundo libro, ¡y el primero lleva 53 ediciones! Me sentí igual. Incluso más relajada porque había dejado la radio y tenía más tiempo.

Vende mucho, pero ¿qué compra?¿Qué hay en su cesta de la compra?

Pues, sobre todo, café y leche de soja. Y, en lo literario, todo lo que pille. Ensayo, política, novela...

Su protagonista tiene un nombre muy consonante y musical: Lina Codina. ¿Por qué no sabíamos de ella, con semejante vida detrás?

¡Eso digo yo! Yo tampoco la conocía, y era fan de su marido, Serguéi Prokofiev. Y fuera de España es conocida: en Rusia, Nueva York, París... Y fue una estrella, aunque no llegó a nada como cantante porque heredó de su padre, que era tenor, el miedo escénico. Pero se iba de gira con su marido y las portadas la sacaban a ella y daban una imagen de mujer sofisticada, bella, muy latina...

¿No encuentra heroínas en la actualidad?

Seguramente las haya, pero es como con las estrellas de cine. Parece que Marlene Dietrich o la Garbo eran más estrellas que Angelina Jolie. A lo mejor es porque lo vemos con perspectiva. O quizá que, como con las estrellas de cine, a lo mejor no quedan heroínas como las de antes.

El libro tiene muchos compositores entre sus páginas. ¿Cómo se traslada toda esa música al texto?

Yo espero haberlo hecho bien y que no desentone. Gente del sector que lo ha leído me dice que le ha gustado mucho. Y te hace ilusión. Pero no solo hay música. En el libro hay dos partes: la primera es la del paraíso: el lujo en el París de los 20, su amistad con Coco Chanel, las copas compartidas con Hemingway o Lorca o Matisse. Y luego está la parte del infierno: el Gulag, el terror rojo, Stalin.

Este trabajo le ha valido el último Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. En el periodismo, ¿ya no encuentra premio?

¡Sí, claro! Ante todo, soy una cuentahistorias, sea en un micrófono, en prensa escrita o en un libro. Y todos mis libros están basados en hechos reales. Y la parte que más disfruto de la elaboración de una novela es la documentación y la investigación, que todo sea como un puzle que va encajando.

¿Cómo lleva una periodista salir en los papeles?

Yo, encantada. Me dicen en la promoción que estoy un poco loca, porque a nadie le gustan tantas entrevistas. ¡Yo me lo paso genial!