Dumoulin se exhibe y demuestra que es el más fuerte del pelotón

El holandés descuelga a sus rivales en la llegada adoquinada en Ávila. Hoy se someterá a su última prueba ante Aru y Purito en la sierra de Madrid.

Dumoulin esprinta con fuerza, dejando atrás a sus rivales en Ávila.
Dumoulin esprinta con fuerza, dejando atrás a sus rivales en Ávila.
Javier Lizón/efe

El holandés Tom Dumoulin dio un pequeño, pero significativo golpe a la Vuelta a España con un ataque en el adoquinado que sube a Ávila junto a sus imponentes murallas, que se abrieron ante el poderío del maillot rojo, firme en la defensa del liderato hasta el punto de endosar unos segundos a sus rivales directos.


Una acción que se produjo un cuarto de hora después de que el francés Alexis Gougeard, de 22 años, se plantara en meta como ganador de la decimonovena etapa, que unió Medina del Campo y la capital abulense.


Fue el mejor de una escapada de 24 hombres que animaron la jornada. Por detrás del ciclista de Rouen la fiesta era otra. Dumoulin se erigió en protagonista, se la jugó y avanzó en el objetivo de suceder a Joop Zoetemelk, el último holandés glorioso, ganador de la Vuelta en 1979 y del Tour 1980. Un pasito en el tiempo: 3 segundos a Aru y 9 a Purito Rodríguez, Quintana, Majka y Valverde; pero una gran zancada en lo moral.


Cansado del estrés que le supone que siempre le estén apretando las tuercas, el ciclista de Maastricht hizo probar a todos sus rivales su misma medicina. Una manera de marcar el territorio del favorito al primer escalón del podio de Madrid.


Dumoulin, de 24 años, se vino arriba en cuanto entró en el adoquinado. Fue él quien atacó en primera persona a 1.800 metros de meta, impulsado por el ganador de la San Remo y la París Roubaix, el alemán John Degeenkolb. Casi nada. Fuerza bruta contra los rivales ultraligeros que poco a poco cedieron ante el acelerón del corredor de Maastricht.


"Aquí mando yo". Ese fue el mensaje de Dumoulin. "Ataqué para conseguir segundos, no para demostrar nada a nadie. Además así solté el estrés de tener que soportar los ataques de todos", explicó en la meta.


Esta vez el líder tuvo equipo, al menos uno, pero grande: Degenkolb, un expolicía que vino a ganar etapas al esprín y que se ha quedado de escolta de lujo de su jefe de filas. El germano a punto estuvo de provocar una caída a Dumoulin en el kilómetro 60, pero todo acabó en una avería en la bici del líder.


Luego el gigante que ha firmado 9 etapas en la Vuelta bordó su trabajo en los últimos kilómetros, primero como neutralizador de Alejandro Valverde, que se mostró de un ofensivo casi kamikaze, y luego como lanzador a la hora de atizar a Aru y Purito.


Valverde, sin nada que perder, se dio el gustazo de intentarlo hasta que reventó. "Me da igual Dumoulin. No hay nada ya que perder", explicó. Por eso se lanzó a tumba abierta desde la cima de La Paramera hasta la entrada de Ávila. A 90 por hora se puso Valverde, haciendo honor a su apodo de ‘El Bala’.


Resta la última batalla en la sierra de Madrid. Fuera caretas. Quien tenga fuerzas que lo demuestre hoy en el doble paso por el puerto de La Morcuera, por Navacerrada y Cotos. Dumoulin, fumando espera. No se inmuta. Si le preguntan por Aru dice que "es simpático", aunque no habla con él porque el sardo, a 6 segundos en la general, no sabe inglés.


Para hoy, último asalto por el podio entre San Lorenzo de El Escorial y Cercedilla, un trayecto de 175 kilómetros. Última estación para la gloria.

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