El Ebro tumba al Tudelano y saborea la gloria
El conjunto de Emilio Larraz gana en el último minuto de la prórroga y accede a la tercera ronda de la Copa.
Fue lo poco salvable de un partido feo, aburrido a más no poder, y al que solo salvó la emoción de saber quién de los dos sería el que se convirtiese en equipo de tercera eliminatoria. Una batalla física en la que ambos parecían estar a gusto, y que además tuvo la gran contribución hecha por las respectivas zonas defensivas, que dieron una auténtica lección de cómo no se permite ni una concesión a los delanteros.
Parecía como si el partido de pretemporada, que ambos jugaron en Ribaforada, hubiera servido para anotar con extraordinaria precisión las virtudes y defectos de cada uno. Todo estudiado al dedillo, e imposible sorprender al enemigo. El balón conoció sobradamente el cielo zaragozano, ya que pasó mucha parte del tiempo por ahí, ante la imposibilidad de crear jugada elaborada alguna. Apenas si se podría destacar del primer periodo, un tiro lejano por bando, en las botas de Gabarre y Chema Mato.
No cambió el decorado a continuación. Los dos conjuntos seguían con su guerra de guerrillas en la que era imposible encontrar hueco alguno. A los navarros les fue anulado un gol al controlar el central Jonathan con la mano antes de rematar. Como no podía ser de otra manera, solo a balón parado podía venir el peligro, y ahí el Ebro acarició el pase a once minutos del final. Falta desde el costado izquierdo botada por Nacho Lafita, cabezazo de Gabarre, y cuando la grada se disponía a celebrar el tanto, mano milagrosa y salvadora de Itxaso para enviar el esférico a córner.
En la prórroga parecía claro que si ninguno había arriesgado antes, no iba a hacerlo en el periodo extra. A seis minutos del pitido definitivo, el Ebro perdía un hombre de la manera más absurda posible: una protesta de Draman, que el colegiado castiga con amarilla, y ante las constantes quejas del potente delantero, le enseña la roja directa. Al Ebro le podía interesar firmar los penaltis, pero el destino le tenía guardado un precioso guiño.