Los ladridos de 'Luqui' permitieron hallar vivas a dos víctimas

Los Bomberos de la DPZ usaron tres perros de su recién inaugurada Unidad Canina para buscar a los cinco empleados que se daban por desaparecidos.

El sargento de los Bomberos de la DPZ Florencio Pascual, junto a 'Luqui', buscando algo de agua y sombra tras el esfuerzo.
El sargento de los Bomberos de la DPZ Florencio Pascual, junto a 'Luqui', buscando algo de agua y sombra tras el esfuerzo.
Diputación Provincial de Zaragoza

Apenas levanta medio metro del suelo, pero ni el humo ni las explosiones intimidaron este lunes a ‘Luqui’, un pequeño perro de agua castaño del que se valieron los Bomberos de la Diputación Provincial para localizar a dos de las víctimas de la Pirotecnia Zaragozana. Acompañado del sargento Florencio Pascual, su adiestrador, el can se introdujo entre la denominada «zona caliente» y tardó «apenas dos o tres minutos» en dar con la primera herida. «Estaba semienterrada entre los escombros, inconsciente, pero viva», relataba varias horas después este funcionario de la DPZ. Poco después, el fino olfato del animal permitía localizar a otra empleada en similares características.


La Unidad Canina de los Bomberos de la Diputación de Zaragoza ni siquiera ha cumplido un año de vida, pero la tragedia acontecida este lunes en Garrapinillos ya ha justificado de largo su existencia. De hecho, sin su providencial intervención, muy probablemente se habrían añadido más nombres a la lista de fallecidos. Además de ‘Luqui’, de esta novedosa unidad forman parte también dos hembras: ‘Ananda’ y ‘Turca’. Esta última fue la que el pasado mes de junio permitió localizar sano y salvo en un campo de maíz a un anciano extraviado en Daroca.


Los Bomberos de la DPZ llegaron sobre las 14.49 a las instalaciones de la pirotecnia, donde ya se había establecido un perímetro de seguridad. «Los trabajadores y los responsables de la empresa estaban todavía en estado de shock, pero les apremiamos para que nos facilitaran toda la información posible sobre la gente que se encontraba en la planta. Había que concretar el número de desaparecidos», narraba ayer Pascual, jefe de la zona Centro del Servicio Provincial de Extinción de Incendios. Con un plano en la mano, el sargento fue identificando todas y cada una de las zonas donde podrían encontrarse las víctimas. Y una vez determinados estos lugares, asumió el riesgo de ir en su búsqueda.


Los tres perros de esta unidad trabajan de forma autónoma, por lo que pueden ir 40 o 50 metros por delante de su adiestrador, que sigue siempre atento sus movimientos. «Esta vez, yo iba a escasos 15 o 20 metros de ‘Luqui’ cuando este se puso a ladrar», indicaba Florencio Pascual. Los ladridos son la señal que indica a los especialistas que el can ha encontrado el rastro de una persona vida. «Les enseñamos a buscar solo supervivientes. Pueden pasar por encima de un fallecido sin inmutarse. Así sabemos que cuando marcan, aunque tengamos que retirar kilos y kilos de escombros, debajo vamos a encontrar a alguien con vida», apuntaba el sargento. Los tres perros habían estado de prácticas por la mañana en Movera, lo que sin duda les ayudó a afinar el olfato para la dura tarea que les aguardaba después en Garrapinillos.



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