La restauración de la Casa Mallén hace aflorar su imagen más inédita

Tras la retirada de los andamios, se ha descubierto un edificio que ha sorprendido a los turolenses por su sencilla ornamentación y nuevo colorido.

La Casa Mallén, que se divisa desde el Viaducto Viejo, ha recuperado su tonalidad original.
La Casa Mallén, que se divisa desde el Viaducto Viejo, ha recuperado su tonalidad original.
jorge escudero

Los turolenses se han visto sorprendidos estos días con una imagen inédita de la Casa Mallén, un emblemático edificio atribuido al maestro del modernismo Pablo Monguió que se sitúa en uno de los lugares más destacados del centro de la ciudad. La retirada de los andamios y la lona que han ocultado durante un año su fachada ha hecho aflorar un inmueble muy diferente al que ha presidido durante más de setenta años la zona de la Glorieta y el Viaducto Viejo.


Ya no queda nada del color amarillo que dominó sus muros, y los elementos ornamentales, propios del estilo arquitectónico modernista, decoran ventanas y balcones resaltando su singularidad.


El arquitecto redactor del proyecto, Amador Guillén, señaló que se ha rescatado la imagen original del inmueble, construido entre 1903 y 1906, que sorprendentemente soportó los bombardeos durante la Guerra Civil en una zona en la que todo quedó arrasado a su alrededor. La intensa labor documental llevada a cabo por el equipo redactor, con la recopilación de fotografías antiguas, pliegos del registro de la propiedad y actas notariales, ha permitido recuperar la imagen primitiva en la que, además de los elementos ornamentales modernistas, destaca el solanar que preside el último cuerpo.


Su diseño primitivo estaba muy alterado por el paso de los años y no solo había desaparecido la terraza del último piso, sino que muchas de las columnitas y molduras de la fachada se eliminaron o se desprendieron en las diversas obras de reforma que soportó. "En los años cincuenta del siglo pasado, su fachada fue objeto de un tratamiento que eliminó las molduras características del edificio", explicaba Guillén, tras añadir que el solanar fue suprimido al poco tiempo de construirse por problemas estructurales. Este elemento arquitectónico ha sido rescatado, pero con una reinterpretación en la que se prima la forja y el cristal. El resultado es un espacio con encanto que se dedicará a usos de carácter expositivo. "La reconstrucción del solanar es uno de los aspectos más significativos, porque no había constancia de su existencia, salvo en tarjetas postales", puntualizaba el arquitecto.


Se ha rescatado, asimismo, el cromatismo original, con gamas de tono piedra que muestran la importancia del color en la arquitectura modernista y que ofrecen una imagen muy distinta de la que presentaba el inmueble en los últimos años.

Finalizar en septiembre

Amador Guillén confía en que la restauración pueda concluirse a finales de septiembre. En estos momentos, los trabajos se centran en el acondicionamiento interior del inmueble, con unos espacios que se destinarán a las oficinas del grupo empresarial Térvalis, su propietario.


El precario estado de conservación que presentaba el edificio complicó la intervención en su fase inicial. Se registraron desprendimientos en su fachada y los cimientos eran deficientes. De hecho, se tuvieron que instalar micropilotajes y vallas metálicas para sujetar su estructura. Por otro lado, la edificación se ubica en terrenos de relleno.


El arquitecto reconocía que la obra se ha desarrollado "con dificultad"no solo por el estado de deterioro de la casa, sino por su ubicación. Se encuentra en un lugar muy transitado, lo que obligó a extremar las medidas de seguridad y a trabajar con mucha precaución.

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