La idea surgió hace catorce años, de casualidad, en el bar del pueblo, en el transcurso de una conversación entre un grupo de vecinos y unos veraneantes después de las fiestas patronales. Entonces, se lanzó la idea de organizar algo que volviera a reunir en un ambiente divertido a los que estaban en el pueblo. "Hablamos con cuatro o cinco personas de aquí para recuperar oficios antiguos y preparamos una chocolatada", cuenta Alfonso Puertas, el alcalde de Torralba de Ribota. Fue una tarde del final del verano. Se hizo queso, jabón… y así se forjó esta fiesta medieval.

Al año siguiente se contó con un grupo de ambientación de calle que les animó a aprovechar el potencial turístico de Torralba, con su iglesia mudéjar y el trazado de su caserío urbano. A partir de ahí se creó una asociación cultural. Esta se encarga, junto con el Ayuntamiento, de organizar estas jornadas cada penúltimo fin de semana de agosto.

El encuentro en la plaza Mudéjar de las cuadrillas y el reparto de dulces y vino abrieron el desfile en esta villa, que contó con la presencia del rey y la reina. Jesús Marco y María Ibáñez encarnaron estos papeles. Entre un aquelarre, batallas de caballeros, luchas de fuego y representaciones teatrales discurrió la primera noche, que se alargó con la música y el baile en la cantina, otro de los núcleos de la fiesta.

Ayer a las 11.00 se abrió el mercado. Se trata del día en el que se concentran las actividades que atraen a mayor número de visitantes. Los pasacalles recorren el barrio del castillo y de la iglesia fortaleza con magos, arlequines, faquires y aves de cetrería, que hacen entretenida la estancia de familias y turistas.

Como novedad, en esta ocasión hubo una comida popular a base de judías con morro y oreja. Esta sustituyó a las migas que años atrás preparaban las mujeres del pueblo. "Se pegaban medio día preparando la comida y no disfrutaban de la fiesta", dice Puertas. Por eso, este año se ha encargado el guiso a un restaurante bilbilitano. Recientemente se ha incorporado a este programa un concierto de música clásica en la iglesia de San Félix. "Es un marco incomparable, y es el núcleo del atractivo que tiene nuestro pueblo", presume el alcalde. Así, además, se quiso dotar de un contenido cultural a esta jornada, aprovechando la música y la sonoridad del templo para dar a conocer su belleza.

Es precisamente a estos acontecimientos históricos que determinaron cómo es hoy el pueblo de Torralba de Ribota hacia los que se quieren orientar las jornadas medievales, que los vecinos han sabido consolidar como una de las propuestas con las que se dice adiós al momento del año en el que el pueblo casi cuelga el cartel de completo.