Ángel Aransay, personalísimo pintor, místico y pagano, fallece a los 72 años
El artista desarrolló toda su carrera en Zaragoza, donde expuso en la Lonja en 2012. Fue un creador de saberes enciclopédicos.
Ángel María Aransay Ortega ha sido uno de los grandes personajes del arte aragonés de los últimos 40 años. Estudió bachillerato en las Escuelas Pías, se formó en la Academia de Alejandro Cañada y en la Escuela de Bellas Artes.
Ya entonces exhibía un rasgo que no le abandonaría jamás: sus conocimientos culturales casi enciclopédicos, como recordaba ayer su amigo Salavera: "Tenía entendimiento y cultura, además de una pintura con personalidad y oficio". Entre 1964 y 1969 estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde obtendrá el título de profesor de dibujo, profesión que alternará con la vocación artística.
Todos los géneros
Se interesó por el Renacimiento y el Barroco italianos; en su decidida apuesta por la figura humana, realizó una pintura mitológica, cuadros de aspecto mural y gran formato vinculados a la Biblia y a grandes artistas como Leonardo, Piero della Francesca, Boticelli o Rafael, obras que lucieron en todo su esplendor en El año de plata (Palacio de Sástago, 1987).
Pintor de rasgo expresionista y acusada sensibilidad, también le interesaban contemporáneos como Francis Bacon. Con el paso del tiempo, acuciado por sus dificultades de visión y su sordera, su obra fue haciéndose más compleja y levemente tenebrista: ahí están series como Ventanas (Paraninfo, 1991), su reflexión sobre la guerra del Golfo y la violencia en Beirut, o Damas (Museo de Zaragoza, 2002), de elaborada belleza en tonos más bien azules.
En 2012, ofreció en la Lonja la antológica Maneras de pintar, una colección de 70 obras, desde 1966 a 2009, que mostraban una trayectoria personalísima y coherente de pintor místico y pagano, pintor tabernario y noctámbulo, preñado de referencias, complejo, diletante y laborioso, que defendía la pasión por la vida. Fue un artista del color y de la luz, influido por el arte mural.
Ángel Aransay que también ejerció de crítico de arte en Aragón Exprés, El Noticiero, Andalán y El Día de Aragón publicó un poemario: El galgo pensativo (El baúl de Melquíades, 2012), un libro de homenaje a la pintura y de indagación en su soledad, a la que definió como "una compañera de lealtad presente, / arma de libertad inexpugnable".