Hay muchos aficionados a la astronomía, pero una cosa es eso y otra tener una solvencia técnica para poder desarrollar una actividad turística con conocimientos de astronomía.

¿Se encarga de mostrar la naturaleza nocturna?

Sí. Dentro de la formación que hice en Tenerife me enseñaron conocimientos básicos del universo, aspectos prácticos, como el funcionamiento de telescopios, la flora y fauna o saber llevar a un grupo de turistas.

Ha sido una especie de adelantada: vaticinó el gran movimiento en torno a la astronomía que se podía generar en zonas como la comarca turolense de Gúdar-Javalambre.

En realidad, el germen estuvo en la asociación de astronomía Actuel; y luego, el Centro de Estudios de Física del Cosmos, Cefca, con su observatorio en el Pico del Buitre, y la proyección de Galáctica hicieron el resto.

Pero usted supo implicar a los empresarios.

Cuando trabajé en el Patronato de la Diputación de Teruel vi que su cielo tan espectacular era un recurso de toda la provincia y del que nadie sacaba provecho turísticamente hablando, entonces juntamos a técnicos de las comarcas y hablamos del universo.

¿Es un sector con mucho futuro?

Está en auge; hay mucha demanda, pero tenemos que ser serios en cuanto a la calidad del producto que se ofrece. Si no hacemos actividades acordes con la calidad que tiene nuestro cielo, en cuatro días nos cargamos el filón.

¿Por qué está en auge, porque los humanos sentimos atracción por los secretos que todavía entraña el firmamento?

Podría ser, pero creo que la naturaleza nocturna sigue formando parte de nosotros mismos. Además, lo bello nos gusta y la belleza nocturna es especial; en cuanto tienes un cielo estrellado sobre ti, no puedes evitar emocionarte y si a eso le sumas estar en un ambiente relajado, con los grillos cantando, y el olor a espliego o tomillo, el momento se hace inolvidable.

¿Es un turismo de los sentidos, entonces?

Lo llamamos turismo experiencial. Los turistas quieren explicaciones sobre algo, pero también comer y que les hagan despertar los sentidos.

¿Qué tipo de turista es el que se siente atraído por las estrellas?

Es familiar, sobre todo, y muy fiel. Esta semana hemos recibido en mi empresa a un matrimonio con su hija de tres años que han venido a propósito desde Albacete.

Esta es una experiencia ya desarrollada en otras zonas del mundo, ¿no es así?

El modelo que hemos tomado es de la isla canaria de La Palma, en el que están trabajando desde distintos ámbitos. En Tenerife y en el norte de Chile nos llevan delantera. Pero ahora hasta en las grandes ciudades hay turismo astronómico.

¿De verdad?

Sí, por ejemplo, en el Real Observatorio de Madrid, donde hay telescopios del siglo XIX. Y en Barcelona incluso organizan veladas con cena que cuestan más de cien euros por persona, aunque no ven casi nada en el cielo.

Veo que hay proyectos en muchos lugares de España. ¿Podremos competir en Teruel con toda la oferta a nivel nacional?

Teruel es un lugar privilegiado, por su cielo sin contaminación lumínica, pero si no trabajamos bien, con la implicación del territorio, nos pueden sacar ventaja.

El astroturismo está sujeto a las cambiantes condiciones meteorológicas. ¿No es esto un inconveniente?

Yo siempre tengo un plan B. Si sale una noche nublada, organizo una actividad con el programa Stellarium, una especie de planetario en 3D, con lo que se podría ver esa misma noche si no hubiera nubes.

Pero no es lo mismo.

La gente se va encantada igualmente. Podemos hacer un recorrido por el cielo y ver elementos captados con el telescopio espacial Hubble, a lo que hay que sumar el encanto de la noche y la compañía.