"Sin un plan integral, se tira el dinero"

La obras de emergencia de las motas de Novillas terminan mañana. La
localidad espera tres intervenciones más.

Novillas recibe a sus visitantes con un cartel, propiedad de la CHE, que los vecinos han pintado y en el que se lee: ‘Río Ebro, limpieza ya o ruina total’. La última riada obligó a desalojar varias casas de la localidad. "Algo impensable hasta ese momento", comenta el alcalde del municipio José Ayesa.


El panorama de Novillas es bastante diferente al de hace cinco meses, cuando la altura del Ebro alcanzó 7,2 metros y un caudal de 1.700 metros cúbicos por segundo. La riada extraordinaria rompió por varios sitios las motas de protección de la localidad, el agua anegó más de 1.600 hectáreas de cultivo y aisló varias granjas de ganado.


Mañana terminan las obras de emergencia para reconstruir las motas. Muchos caminos se han recuperado, así como las infraestructuras para el riego. "Estamos agradecidos por la rapidez en terminar las obras", señala Ayesa, "pero se está tirando el dinero si no elabora un plan integral del Ebro, consensuado entre todas las instituciones, y se actúa en el cauce río limpiándolo".


El alcalde asegura que se podrían evitar muchos daños si se interviene en el cauce. "La vegetación y los sedimentos, sin limpiar desde hace muchos años, han oprimido la trayectoria del río", afirma Ayesa, que señala como ejemplo una isla que ha creado el Ebro de 17 hectáreas de matorrales y arbolado, en la ribera opuesta a la localidad.


"El problema fundamental es que el Ebro no se limpia. No dejan tocar una rama ni quitar sedimentos. Las obras no tienen que ser para arreglar desperfectos, sino de prevención", asegura. En septiembre comenzarán otros trabajos de urgencia para proteger el casco urbano ante futuras riadas. Está proyectado retranquear dos motas para evitar que la presión del agua llegue hasta la población.


A pesar de estas obras Ayesa cree que mientras no se intervenga de forma efectiva en el río, por las condiciones en las que se encuentra el cauce, "el Ebro no dejará de ser para los pueblos ribereños una amenaza, y eso que muchos de nosotros, que somos agricultores, vivimos de su agua".

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