Los virtuosos remiendos de una joya del barroco

?El Seminario de San Carlos, por cuya cimentación se llegó a temer, ha conseguido superar sus problemas estructurales aunque mantiene grietas y alabeos que le obligan a pasar revisiones cada 5 años.

Algunas grietas aún son visibles en la fachada que da a la calle de San Jorge.
Algunas grietas aún son visibles en la fachada que da a la calle de San Jorge.
asier alcorta

Es tan sinuoso como delicado. El Real Seminario de San Carlos, después de años entre algodones, comienza a ver una luz que rememora su brillante pasado. Es una de las joyas del barroco aragonés, aunque en los últimos años ha dado mil y un quebraderos de cabeza a los técnicos de Patrimonio. Mientras se arreglaban sus cubiertas, se detectaron problemas en su cimentación y, al afrontar los trabajos de consolidación, cundió el temor ante las grietas y los desprendimientos de algunos materiales de las fachadas. El Seminario de San Carlos, aunque a simple vista aún tiene trabajos pendientes (falta por limpiar zócalos y cornisas, y en la fachada sur persisten numerosas grietas), ha afrontado arduas labores para procurar nuevos equilibrios de sus estructuras que eviten problemas de estabilidad del inmueble en el futuro.


Quizá el momento más crítico se vivió en agosto de 2011, cuando dos enormes grietas apuntaron la posibilidad de daños en los cimientos del inmueble. Hubo que hacer prospecciones en el subsuelo para ver el alcance del problema y se descubrieron una suerte de pequeñas simas muy preocupantes. "Había que intervenir para recuperar la capacidad portante de las pilastras y el arriostramiento (la rigidez) de la arquería, que tiene la función de absorber los empujes horizontales que generan los arcos", explican fuentes del área de Cultura de la DGA. En noviembre de 2012 comenzaron las obras de recalce y consolidación de la cimentación y se estudiaron las causas de las patologías que afectan a las pilastras del claustro. Estas, con paciencia y destreza propia de auténticas costureras, hubo que remendarlas cosiéndolas en los dos sentidos con varillas de fibra de vidrio. Lo mismo sucedió con los cinco arcos de los laterales, que fueron objeto de diversos atirantamientos.



Tras cuatro años de intervenciones –algunas financiadas con fondos europeos y otras por convenios entre DGA, Arzobispado y CAI– aquellos males parecen lejanos, si bien el inmueble en el que residieron –entre otros– José Pignatelli o Baltasar Gracián tendrá que pasar revisiones generales de Patrimonio, al menos, cada cinco años.

Millonaria inversión

Desde que en 2007 el Ayuntamiento de Zaragoza apercibiera al Arzobispado para que subsanara las deficiencias apreciadas entonces en el inmueble (aleros deteriorados, tejas desprendidas, zócalos ennegrecidos...) el aspecto del Seminario ha mejorado considerablemente. A lo largo de los últimos cinco años se han completado rehabilitaciones por un importe de más de 6,5 millones de euros, que han conseguido –por ejemplo– corregir el pronunciado alabeo de las pilastras.


La fachada sur del claustro es la que más guerra ha dado y en la trasera que da al Coso aún se aprecian grietas que afean el aspecto exterior del inmueble. Sin embargo, San Carlos –en cuyo interior se guarda la magnífica biblioteca dieciochesca de Manuel de Roda, ministro zaragozano del rey Carlos III– ha conseguido sanear en los últimos años sus cubiertas, abrillantar el chapitel de la torre y se han solventado también problemas de filtraciones. Incluso se ha ‘redescubierto’ en las bóvedas de su antigua sala de proyecciones una cúpula decorada en los años 70 semejante a la que Miquel Barceló pintó para la ONU en 2008.


De momento, y aún con el sempiterno andamio a sus puertas y algunas cicatrices en sus fachadas, San Carlos muestra un aspecto bastante envidiable teniendo en cuenta que han pasado cinco siglos de su construcción.

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