No lo sé, pero, al margen de cuestiones puntuales, yo creo que, cada vez más, necesitamos aislarnos. Y la sala de cine es un buen espacio para ello.

¿Qué le lleva a usted al cine?

Todo tipo de géneros, sobre todo la aventura, la comedia y el cine español. Y ciertos directores.

También aumenta la producción aragonesa. Este año se han rodado muchos largos.

Sí, contra todos los elementos, se producen más películas que hace unos años. Es algo estupendo, pero a algunos nos preocupa que se dé una imagen de lo que no es.

Y ¿qué es lo que no es?

Pues que, desgraciadamente, no están los andamios como para construir una industria audiovisual, sobre todo del cine, pujante.

¿Quién tiene que poner esos andamios?

Los creadores y productores ponemos unos cuantos. Pero, como en todo el mundo, hace falta apoyo institucional. Y Aragón destaca por poner poquitos...

En cualquier caso, para el año que viene, habrá más competencia en los Simón...

Será la quinta edición de los premios del cine aragonés. Y es cierto. Nos ha sorprendido la categoría de largometraje, cada año hay más producción y nos planteamos distinguir entre largos y documentales.

Además de rodar, acaba de terminar de escribir su primer libro: ‘El mundo del rodaje’. ¿Es un ‘thriller’ o una comedia alocada?

Es un libro didáctico que he escrito con Antonio Tausiet y Camino Ivars. Mientras trabajábamos, nos hemos dado cuenta del aspecto emocional de nuestro sector. Cada dos o tres páginas sobre el rodaje te encuentras con el mundo de las emociones.

¿Qué tiene el cine, además de cámara, acción y luces de colores?

Cuando vives una experiencia próxima a un rodaje, descubres algo muy adictivo. Somos personas sociales y trabajar tanto tiempo junto a un equipo, desconectados a veces del mundo exterior, supone mucho enganche.

Pero un rodaje es locura. No siempre es algo divertido...

Sí, pero yo he descubierto en los últimos tiempos una faceta muy interesante: he hecho de extra en alguna producción. Además de estar con compañeros, ves cómo funciona todo, no molestas y tu responsabilidad es muy limitada.

¿Qué siente mientras es otro personaje?

Es un gran aprendizaje. Me doy cuenta de lo desvalidos que están los actores en un set. Necesitan mucha comprensión por parte del director y no lo vemos cuando estamos rodando.

Y ¿dónde lo pasa peor? ¿Detrás o delante de la cámara?

Delante, pero da mucho respeto también decirles a otras personas cómo llevar a cabo un papel que tú te has imaginado.

¿Por qué se implicó usted en esta profesión? ¿El supercinexin?

¡Lo tuve! Fue un quiebro de última hora. Siempre me gustó dibujar, pero iba por ciencias puras y pensaba hacer una ingeniería o químicas. Y, como en un buen guión, tuve un buen punto de giro y salí por la tangente. Empecé Bellas Artes, que en Barcelona incluía también imagen.

La primera película que vi en el cine fue ‘E. T.’. ¿Y usted?

¡Pues ‘E. T.’ también! ¡En el cine Fleta! Y también recuerdo las reposiciones de Disney en los Mola, con mi madre y mi hermano.

Da usted clases, pero ¿qué le ha enseñado a usted el cine?

Que no debemos renunciar en la vida real a las aventuras extrañas y fuera de la norma del cine.

¿Rodar no es suficiente aventura?

Lo es. Pero le pongo un ejemplo: en una peli y en un corto que hice, tuneamos un coche con llamas de fuego. Y condujimos uno por Zaragoza durante unos días. Y fuimos muy felices.

¿Cantando ‘Grease’?

No. O quizá solo en un semáforo en rojo cuando crees que nadie te escucha o te ve. Pero ¿por qué no?

Tiene que elegir solo tres películas de toda su colección. ¡Corra!

‘Ciudadano Kane’, ‘Casablanca’, ‘Regreso al futuro’... ¡Pero no puedo dejar fuera ‘Amanece que no es poco’! Ni tampoco... ¡Ay, no sé!