“A todos los que conocí que pasaron por el tribunal médico les denegaron la incapacidad”

Miguel Ángel perdió tres dedos y tuvo que ir a juicio para que le reconocieran la incapacidad.

Miguel Ángel Garrido
Miguel Ángel Garrido

Miguel Ángel Garrido tardó dos años en que el Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS) le reconociera la incapacidad laboral permanente. “Estaba un día en mi casa de Garrapinillos con la cortacésped y se me metió un cartón, con tan mala suerte que cuando lo fui a sacar perdí tres dedos de la mano derecha -índice, anular y corazón-”, explica Garrido.


Este hombre de 45 años estaba en el paro en el momento del accidente, sin embargo, el INAEM le dio la baja debido a la gravedad de su situación. “A los tres meses, me llamaron de la seguridad social para quitarme la prestación, por lo que me quedé sin ningún tipo de ingreso ya que soy soltero y no tengo hijos”, sostiene.


Garrido había trabajado en el manejo de maquinaria desde los 16 años hasta el 2008 sin parón. Cuando se quedó sin empleo, fue alternando épocas de trabajo con la prestación por desempleo hasta que se amputó los tres dedos.


Desde el primer momento, comenzó a realizar los trámites necesarios para pedir al INSS la incapacidad. “Estuve un año yendo a curas, me reconstruyeron con injertos uno de los dedos, pero todavía tengo muchos dolores en las articulaciones. De hecho, para conseguir dormir, muchas noches de invierno tengo que ponerme un parche de un fármaco similar a la morfina”, relata. Una vez finalizó los trámites acudió al tribunal médico y con el dictamen el INSS le denegó la incapacidad.


“Estaba muy desanimado, había tenido que vender la casa de malas maneras para pagar las deudas y mi hermana me recomendó un abogado de la Fundación DFA para que me ayudara”, explica. Gracias a él, presentó un recurso al dictamen médico, que también fue denegado, y comenzó los trámites para ir a los tribunales por el caso.


“Es vergonzoso. A todas las personas que conocí cuando iba a los tribunales médicos y a los juicios durante el 2013 y 2014 les habían denegado en primera instancia la incapacidad”, asegura. Finalmente, el tribunal le dio la razón y le concedió una incapacidad del 55% -imposibilita la realización de todas las tareas de la profesión habitual-, mientras que, según explica, el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) solo le reconoce un 15%.


“Por fin, después de 2 años conseguí que me reconocieran la incapacidad y comencé a cobrar la prestación”, subraya emocionado. Para él han sido unos años muy duros porque además de perder sus tres dedos y los dolores que esto le ocasiona, tuvo que vender su casa y volver a vivir con sus padres. “Ahora ya me puedo independizar de nuevo y aunque no tengo una prestación elevada -poco más de 800 euros- puedo vivir y pagar el alquiler”, explica. Para él, esta sentencia ha supuesto “un rayo de luz”.

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